viernes, 29 de junio de 2012

«Por ejemplo», de Antonio Paolacci

26 de junio de 2012

Me llevará poco tiempo contaros un episodio ocurrido recientemente, que encuentro muy interesante para quienes no tienen todavía bien clara la situación de la industria editorial italiana [y española].

Brevísima introducción: no hace mucho tiempo, una persona que trabajaba en una cadena de librerías me confesó que, a veces, de cara al cliente que busca algunos libros no presentes en la tienda, los dependientes tienen la orden de responder que esos libros son ilocalizables, o bien que no es posible ni siquiera pedirlos, aunque en realidad lo sea.

¿El motivo? Llamémosle política empresarial: parece de hecho que la frase «no lo tenemos, pero podemos pedirlo» empuja a muchos lectores a intentarlo en otras librerías, en lugar de hacer un pedido en la que se encuentran. Diciendo en cambio que el libro no se puede encontrar en ninguna parte, el lector se resigna y quizá compra otro libro.

Hace pocos días, una persona buscaba Madreferro de Laura Liberale en una cadena de librerías du su ciudad. Como no lo encuentra expuesto, pregunta a la dependienta, la cual le comunica que el libro no está disponible.

Ayer, informado de esto, cojo el teléfono.

Sin decir quién soy, le pregunto a la librera en cuestión si es posible conseguir dicho título a través de ellos. La mujer me dice que no y que tampoco puedo pedirlo.

Le pregunto por qué.

Me responde que ellos no trabajan con el distribuidor de esa casa editorial.

Le rebato: «¿Me está diciendo que no tienen ningún libro de Pde [distribuidora italiana]? ¿Entonces no tienen minimum fax [editorial italiana que publica, entre otros, a Charles Bukowski]?»

Claro que tenemos minimum fax, me responde. Después me pregunta, textualmente: «Usted no es un cliente, ¿verdad?».

Le digo quién soy [Antonio Paolacci es editor de Perdisa Pop, una editorial distribuida por Pde].

La tía murmura algo, me dice: «Ah, sí, Perdisa, seguro que tenemos vuestros libros… De hecho veo ahora el título a la venta en internet (¡sic!) y deberíamos tenerlo también nosotros, sí. Mire, me deja hacer un chequeo y le devuelvo la llamada, ¿de acuerdo?».

Dos horas después me llama. Dice que el libro está disponible, por supuesto. Dice que no sabe qué ha pasado. Dice que dentro de un par de días lo tendrán.

La situación actual de la industria editorial italiana [y española] es esta. Así los escritores pierden lectores, así los lectores no encuentran lo que buscan. Inútil decir que la disponibilidad de los libros publicados por editoriales independientes no depende ni de su calidad, ni del trabajo de la casa editorial. Estamos aplastados por estrategias como estas, mezquinas y culpables.




Publicado originalmente aquí por Antonio Paolacci:
 Per esempio.
Traducción al castellano hecha por mí (perdonadme los errores, porfi).
Las negritas son mías.

viernes, 22 de junio de 2012

El Metro de Madrid y las abejas

Las medidas adoptadas y sus razones.
 
El metro es un problema para Madrid, y esto es evidente porque aparece constantemente en los titulares de los periódicos. Nadie sabe muy bien cuál es el futuro de este transporte público que cada mes sufre un cambio que parece ir dirigiéndolo hacia cualquier otra cosa excepto una mejora del servicio. 

Lo último que hemos sabido es la convocatoria de huelga para los días 27 y 29 de los trabajadores del metro [finalmente desconvocada] debida a las rebajas salariales por tramos que prepara el Gobierno regional y que afectarán a los 180.000 empleados.
-->Pero hace bien poco también se hizo pública la decisión de adelantar el cierre del metro entre semana, y todavía quedan ecos de aquel tarifazo anunciado en abril y que ha inspirado numerosas protestas y hasta dos «sabotajes».



Pero ¿cuáles son las razones que justifican estas medidas que se están adoptando? Cualquiera puede responder diciendo que es la «crisis», así en general, pero el Gobierno regional ha ido excusándose con más o menos vehemencia.

Con respecto de la subida en las tarifas, la misma web del Metro de Madrid nos dice que es debida al aumento del 16,85 % del precio del gasoil y del 7,4% del de la luz, y con respecto del cierre a medianoche, leemos en El País:

«El consejero de Transportes madrileño, Pablo Cavero, ha informado esta mañana de la intención del Gobierno regional de cerrar Metro de Madrid una hora y media antes los días laborales para reducir el déficit operativo de la empresa pública, que alcanza los 800 millones de euros —tiene unos ingresos anuales de 400 millones y unos gastos de 1.200—. La medida afectaría a unos 24.000 viajeros diarios, según estimaciones oficiales de la Consejería, lo que supone cerca del 1% de los 2,2 millones de viajeros diarios del suburbano. Las madrugadas del sábado y del domingo, la cifra se dobla hasta los 50.000, según fuentes del sector».

Y yo creo que aquí está el quid de la cuestión. El Gobierno regional habla de «reducir el déficit». Esto hace que me lleve las manos a la cabeza. No sabéis hasta qué punto tengo miedo de que esta sea la verdadera razón de un empeoramiento del servicio. ¿Por qué? Porque el metro es un agente primordial para el crecimiento económico de la ciudad, y me temo que los políticos encargados de nuestro bienestar padecen de la típica miopía capitalista. Me explico. Pero primero tendré que hablar de las abejas.

La metáfora de la polinización.

La abeja y el economista, de Yann Moulier Boutang, llegó a mis manos por correo, y desde que abrí el paquete blanco en el que venía, estoy disfrutando su lectura como creía que nunca lo haría con un libro de economía. Es un texto muy rico, pero su corazón es lo que nos interesa ahora.
 

Desde que leí La fábula de la abeja y el economista que contiene, no paro de darle vueltas, y relaciono casi cualquier cosa con ella —por eso no es extraño que ahora esté haciéndolo con el Metro de Madrid—. Lo que viene a decir es lo siguiente:

«El valor económico de las abejas no reside principalmente en la miel y la cera que “producen” con sus diminutas manos, sino en la polinización que permite la supervivencia de la biosfera del planeta. El valor de esta última no tiene precio directo».
La abeja y el economista, Traficantes de sueños, Madrid, 2012 (p. 33).

Este es el punto de partida desde el que, comparando a las abejas con los obreros, Boutang da comienzo a una teoría del capitalismo a la que os recomiendo que echéis un vistazo, porque merece la pena. Yo me quedaré aquí, porque este es el punto desde el que parte la reflexión que quiero hacer ahora. Mi intención es comparar a las abejas con los habitantes de Madrid y, más concretamente, con los usuarios de su metro, que son casi cinco millones.


Desde un punto de vista económico, el transporte público es un factor importantísimo para toda la Comunidad de Madrid, pues todos los desplazamientos que en él se dan permiten una red de relaciones comerciales y laborales enorme. Como todo el mundo sabe —aunque a a veces parece ser ignorado por conveniencia— quien compra un billete de metro no lo hace por gusto, sino porque lo necesita, ya sea para ir al trabajo, de compras, para ir al cine, a un concierto… Del mismo modo en que las abejas contribuyen indirectamente a la polinización de las flores, haciendo posible las semillas y los frutos, el metro permite que sus usuarios contribuyan a que la economía de Madrid no se hunda.

En resumen, lo que planteo es lo siguiente: la importancia de la recaudación del metro es muy inferior a la de los beneficios indirectos que su servicio produce. Para mí es así de sencillo. Cualquier medida que haga más difícil de llevar a cabo o peor la experiencia del transporte público en Madrid va en contra del beneficio colectivo.

Si al Gobierno regional no le salen las cuentas, participar en el hundimiento de la economía de la comunidad no me parece la mejor forma de cuadrarlas. Cuando se calcula el «déficit operativo de la empresa pública» hay muchas cosas que no se tienen en cuenta, son ingentes las externalidades positivas ignoradas, y no se puede ser más miope.


—MOULIER BOUTANG, Yann (2010), L'abeille et l'economiste, Carnets Nord, París. Trad. esp. La abeja y el economista, Traficantes de sueños, Madrid, 2012.

domingo, 10 de junio de 2012

Seguir viviendo

No me vale cualquier viaje y ya he estado negociando esto durante mucho tiempo. Quiero volver a conectar con lo que hay no detrás, sino más allá de las fachadas de Avenida de América. Quiero estar atento a las formas para que me puedan decir lo que les dé la gana. Es el momento de poner de nuevo el viaje por encima de la vida, porque lo que realmente quiero es seguir viviendo.