jueves, 16 de febrero de 2012

El Principito (en francés)

Os presento una pobre criatura que estuvo a punto de acabar en el contendor de reciclaje de papel que hay enfrente de mi trabajo:


Mi primer libro restaurado :)

miércoles, 15 de febrero de 2012

Poner fin al terrorismo financiero

Lo que sigue es un fragmento de Hay alternativas, de Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa. (Es un libro que os podéis descargar gratuitamente aquí, pero que yo me compré ya hace un tiempo en Traficantes de Sueños no tanto por demostrar que el copyleft no va a matar la cultura —porque es obvio que no— sino más bien porque prefiero un libro en papel para leer). Las negritas son mías.






Casi todas las crisis financieras que se han producido en los
últimos cuarenta años han estado ligadas, o han terminado por
estarlo, con ataques de fondos financieros contra intereses
nacionales, contra monedas o contra la deuda soberana de los
países.

Eso es justamente lo que está ocurriendo hoy día en Europa,
porque se ha dejado, como ha ocurrido antes en otros lugares
del mundo, que grandes bancos y fondos financieros, mediante
rumores que ellos mismos extienden o con la complicidad
criminal de las agencias de calificación, generen las condiciones
que les permiten ganar más dinero especulando contra la
deuda de los Estados.

De esa manera la encarecen artificialmente y además utilizan
para ello los recursos que deberían usar para financiar a
empresas y consumidores, y así provocan un verdadero caos
económico de terribles consecuencias, sobre todo para la
población, a quien luego los propios especuladores impone las
políticas que les convienen para seguir ganando dinero sin
cesar.

Es preciso evitar esta forma de terrorismo o de "crímenes
económicos contra la humanidad". Existen fórmulas para ello y
sabemos, además, que han funcionado en otras épocas. E incluso
organismos tan apegados a los poderes financieros como el
Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial han tenido
que reconocer, aunque haya sido con la boca pequeña, que
estarían justificadas y que si se adoptaran en momentos de gravedad
evitarían daños muy graves, como los que viene sufriendo
la economía desde hace tiempo. Entre ellas, las que nos parecen
más importantes y urgentes son las siguientes:

1. Control de los movimientos de capital para evitar que su

volatilidad desmedida cuando sólo persiguen fines especulativos
se traslade al conjunto de la financiación y de la economía.

2. Establecimiento de impuestos y tasas internacionales, por
supuesto sobre los movimientos especulativos para desincentivarlos
y obtener financiación urgente para financiar el desarrollo,
pero también sobre el conjunto de las actividades económicas
puesto que si la economía es global debe serlo también la
justicia fiscal.

3. Prohibición del uso como instrumento especulativo de los

llamados derivados de incumplimiento crediticio o credit default
swaps (CDS), que con toda razón fueron calificados por el
financiero Warren Buffet como "armas financieras de destrucción
masiva". Se trata de unos productos financieros muy sofisticados
que se asimilan a los seguros pero que en realidad no lo
son porque se establecen sobre algo que no es propiedad del
asegurado y por eso producen resultados catastróficos: si por
ejemplo alguien va a cobrar mediante este seguro en caso de
que arda la casa del vecino, no sólo no le va a importar que arda
sino que incluso puede interesarle hacer lo posible para que se
incendie cuanto antes.

4. Control de la actuación de los financieros que a su vez

controlan los mercados de derivados (que supone unos 700
billones de dólares) y los hedge funds. Algo que no es difícil si
se tiene en cuenta que el 80 por ciento de estos últimos está
radicado en la City de Londres y que el mercado de los primeros
está controlado, según The New York Times, por una élite
que se reúne el tercer miércoles de cada mes en algún lugar del
Midtown de Manhattan que, aunque sea secreto, no debe resultar
muy difícil para las autoridades dar con él.

5. La separación de la banca comercial, es decir, la que se

dedica a financiar la actividad económica, de la que se dedica a
llevar a cabo inversiones financieras y, como veremos, poner fin
al privilegio que tiene la banca privada de crear dinero y, por
tanto, de obtener beneficio y poder cada vez que concede un
préstamo.

sábado, 11 de febrero de 2012

Los encriptados. Receta anticapitalista

En 2004, Manuel Asensi Pérez, profesor de teoría de la literatura, publicó en Redes.com un artículo llamado Los teléfonos Ericsson han dejado de ser suecos (una re-lectura del Manifiesto Comunista). Allí dio nombre a un imaginado colectivo social: los encriptados institucionales. Con este extraño nombre designaba a gente que rechaza la violencia, habla de política al margen de los partidos o las ideologías, lleva a cabo su acción política creando un discurso contra lo supuesto a partir de una crítica radical y, por último, provoca miedo, pero solo y precisamente por esta visión crítica, que procede siempre de la indignación y del sufrimiento.

¿Esto quiere decir que Manuel Asensi había vaticinado el movimiento 15-M o el Occupy Wall Street? No. Es solo una muestra más de que los llamados indignados son fruto de un caldo de cultivo que se iba gestando desde hace ya mucho tiempo. Pero ¿cuál es el papel que tienen estos encriptados, según Asensi? Primero es necesario explicar alguna cosa más.


Receta anticapitalista

Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo”. Así empieza el manifiesto de Marx y Engels. Partiendo también de esta frase, y parafraseando a Derrida, Asensi asegura que dicho comunismo era entonces, es y será un fantasma en busca de corporeidad, es decir, una idea inalcanzable, un sistema eternamente en potencia. De hecho, todo comunismo triunfal parece haberse convertido en cualquier otra cosa, según nos enseña la historia.

En base a esto, Asensi va un poco más lejos y afirma que capitalismo y comunismo no son contrarios, sino que, más bien, “el marxismo es algo que ya le ha sucedido al capitalismo”, es decir, que “el triunfo del capitalismo solo ha sido posible gracias a que una de sus características más importantes es el anticapitalismo”.

¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo: el capitalismo es cambiante por naturaleza, y el éxito que ha tenido durante tanto tiempo se explica por su capacidad de absorber y hacer suyo todo lo que le amenaza. En su artículo, Asensi nos hace ver que incluso algunas de las desideratas del Manifiesto comunista han sido integradas por él como por ejemplo:

“1. La obligación de trabajar para todos. 2. La educación pública y gratuita de todos los niños. 3. El que una vez desaparecidas las diferencias de clase y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter político”.

Por otro lado, aunque siempre se hable del fracaso de las revoluciones del mayo del 68 y del movimiento hippie, algunas de las reivindicaciones de la gente que salió a la calle entonces parecen pertenecer ahora al más puro capitalismo: creatividad, libertad, espontaneidad y hasta una sexualidad más libre.

Pero ¿cómo puede este orden social basado en la economía asimilar todo lo que le amenaza? Luis Navarro, en su texto “Dinámica de virus”, dentro de Industrias Mikuerpo, nos da una descripción precisa.


El comportamiento del capitalismo

Resumiendo mucho, los pasos por los que “la máquina capitalista se agencia cualquier impulso de transformación”, según Luis Navarro, son los siguientes:

  1. Reconocimiento: la novedad es detectada. Normalmente lo que ocurre es que los medios de comunicación se hacen eco de ella.

  2. Aislamiento de la molécula emergente y sus propiedades. Se aíslan, extraen y seleccionan las características que convienen.

  3. Elaboración de contratipos. Se alteran las relaciones entre las anteriores características de tal manera que la novedad es y no es la misma.

  4. Conversión en mercancía: la novedad ha sido completamente desvirtuada. Su capacidad subversiva ya no es tal, pero ahora funciona bien como producto.

Hemos visto recientemente como ha tenido lugar este proceso con el 15-M, por ejemplo. Primero los medios de comunicación se hicieron eco de él y, después de centrarse en las características negativas, se aprovecharon y potenciaron las positivas en las campañas publicitarias de, entre otros, Levi's, Movistar y Nike. De manera que ahora el acto subversivo parece ser comprarse unos vaqueros.

Manifestación contra la sociedad de consumo, según Quino

Hay dos formas de tomarse esto, y las dos son acertadas: los procesos subversivos se desvirtúan convirtiéndose en otra cosa, pero al mismo tiempo se instalan en el imaginario colectivo de modo que se “normalizan”, y por “normalizar” entiendo “integrarse en el sistema”. Esto es lo que pasó, como ya hemos dicho, con ciertos puntos de algunas revoluciones. Esto es lo que debemos buscar ahora.

Gracias a la lucha feminista los canales de televisión “para mujeres” incluyen en su programación Sexo en Nueva York, pero, por otro lado, las mujeres tienen el mayor poder adquisitivo que han tenido nunca.

Gracias a la lucha homosexual la cabalgata del Orgullo Gay es cada vez mejor negocio, pero, por otro lado, su aceptación en la sociedad nunca ha sido tan plena.

Gracias a etc.


El sentido de los encriptados/indignados.

Según Manuel Asensi lo que quiere decir encriptamiento es “un rechazo de la violencia como lucha política dentro del marco democrático”. Y, por ende, los encriptados “son aquellos que hacen política bien al margen de los partidos políticos (…), bien desde dentro de los partidos políticos como individuos y grupos que participan de las 'ideologías' pero no pertenecen totalmente a ellas”. Y ¿qué tipo de acciones lleva a cabo este grupo? Son meta-teóricas. Intentan cambiar los presupuestos teóricos de ciertos problemas mediante una crítica radical. Lo que persigue el encriptado es dejar al descubierto las deficiencias del mundo en el que vive. Esta es su fuerza. Se trata de crear ideas e interpretaciones transformadoras que amenacen al poder.

Según Asensi, reescribiendo a Marx y Engels, “la historia de todas las sociedades ha sido, es y probablemente seguirá siendo, la historia de la lucha de clases”, de manera que existe “la necesidad de una crítica radical, perpetua y en constante cambio”.

Es decir, lo que Asensi pide a los generadores del discurso crítico con el capitalismo es que se pongan manos a la obra y lo ataquen teóricamente, o lo que es lo mismo, con ideas —que no ideologías— y no con violencia.



El palimpsesto capitalista

Yo me atrevo a añadir algo más partiendo del significado de la palabra criptografía —del griego κρύπτω krypto, «oculto», y γράφως graphos, «escribir», literalmente «escritura oculta»—. Como ya hemos visto, el funcionamiento del capitalismo es cambiante y es capaz de asimilar ideas que en principio le amenazan. La labor de los encriptados es hacer que estas ideas que nos convienen luzcan bien, sean apetecibles. Debemos vender bien nuestra mercancía.

Ahora mismo no tenemos otras armas que las que nos proporciona el sistema capitalista en el que vivimos, porque un sistema lo engloba todo, incluso aquello que puede acabar con él. No se trata de destruir, sino de transformar hasta hacerlo irreconocible. La única forma que tenemos de crear nuevas reglas es partiendo del reconocimiento de que uno no puede desentenderse sin más del mundo en el que vive. Para que nos entendamos, la labor de los encriptados es una forma de trollear al capitalismo.

No hace falta ser una persona íntegra para ser un encriptado, solo es necesario “colar” un mensaje anticapitalista. Se puede, por poner un ejemplo, defender una economía crítica y usar, al mismo tiempo, un iPad y un iPhone en el Congreso de los Diputados. Se puede alzar una pancarta en una manifestación y llevar unas zapatillas Nike. Se puede también escribir esto desde el procesador de textos de un Macintosh. Se puede y se debe. La falta de coherencia no es el problema. De hecho, es necesaria para que un encriptado se dé, porque, como ya hemos dicho, está en un lado y en el otro. Es de este mundo y del que todavía no es.

Estamos buscando una revolución, pero esta revolución no es un consenso mundial, y a poco que lo pienses verás que tengo razón. Ni si quiera tú estás dispuesto a acabar completamente con todo lo que nos ofrece el capitalismo. Hay que cambiar el sistema, pero de forma subrepticia, no violenta. Hay que transformarlo, cambiarle la cara a través del discurso y no de pedradas. Yo propongo dejar de jugar exclusivamente al gato y al ratón en las calles y aprovechar todos los medios disponibles para ablandar el ladrillo a base de palabras. Solo así conseguiremos lograr ese consenso que es fundamental para triunfar. Poco a poco, con mucha paciencia y perseverancia. La frustración es uno de los peligros más grandes a los que nos enfrentamos. No hay nada más frustrante que un antidisturbios cerrándote el paso. Disfrázate de capitalista y entra en la plaza. Reparte allí, en secreto, panfletos.

Los encriptados parecen estar escribiendo en sus propias libretas, pero lo que en realidad están haciendo es sobrescribir en el palimpsesto del capitalismo. No es ninguna tontería crear discurso. Es justo lo que estoy intentando con esto. Os invito a todos a integraros en el grupo de encriptados, o a seguir en él con mayor ilusión si es que ya lo estabais, pero todavía no lo sabíais.