domingo, 30 de junio de 2013

Manifiesto Thumbs up, boys!


Atención, chicos, tenemos una buena noticia para vosotros.

Estad atentos porque Madrid va a ser el escenario de un nuevo movimiento underground que esperamos pronto será imitado en todo el mundo. Aunque nace dentro de un marco alternativo, nuestra intención no es permanecer en los suburbios de la cultura, sino introducirnos en lo más íntimo de toda aquella gente que podríamos llamar «normal». Y es a través de ella como llegaremos a otros lugares, tan cercanos y tan lejanos al mismo tiempo.
 

Queremos penetrar en todos aquellos que creen que solo hay una forma de placer, que solo hay un tipo de sexualidad. Y desde dentro, tocar la verdad con los dedos, porque en el fondo saben que se equivocan, pero no quieren verlo.

Y sí, chicos, lo habéis adivinado. Esta gente «normal» sois vosotros. Y aunque nos dé asquete, queremos haceros despertar de una vez por todas. Sabemos cómo, estamos preparadxs y vamos a por vosotros. Os encontraremos en cualquier parte, pero sobre todo en los lugares más insospechados. Esperadnos. No nos temáis.


Lo que demuestra que hemos empezado es que muchos ya estáis leyendo esto porque la curiosidad os ha hecho llegar aquí desde una inconfesable experiencia, buscando una respuesta. Si ese es tu caso, sigue con las preguntas. No te quedes aquí. Más allá de ellas está la liberación y el placer, no lo olvides. Ya has despertado. Que no te venza otra vez el sueño.


Otros habréis llegado por casualidad. Si ese es tu caso, tranquilo, relaja el esfínter, porque podrías ser tú el próximo.


No os lo toméis a mal, que en el fondo lo hacemos por vuestro bien, y lo sabéis. Os traemos una broma, un juego para llenar de placer vuestras vidas anodinas.


¿Por qué sabemos que no sentís suficiente placer? Porque se os nota en la cara. La amargura se os ve a la legua. Si queréis acabar con ella, ya sabéis: dejaos hacer y recordad: thumbs up, boys!

Fdo. colectivo Thumbs up, boys!

lunes, 10 de junio de 2013

Quién tiene la culpa

Pero ya está. Ya lo tengo. El sentido nos calma. Darle sentido a las cosas nos tranquiliza. Y por fin he encontrado un sentido para la presión: hacia fuera. No puede ser de otro modo, porque, si la metáfora es espacial —y lo ha sido desde el punto de partida—, entonces la presión que se da en un espacio cerrado, y se da desde el centro, desde el interior más profundo, esa presión solo puede empujar hacia fuera. Tiene toda la lógica. Y además encaja con el resto: la necesidad de escribir, de leer, de sumergirme en ficciones lo menos realistas posible, el rechazo progresivo hacia la política y las noticias, el tedio que me produce lo conocido, lo ya visto, el pasado… las ganas de entregarme a Lucía, las ganas cada vez más poderosas de desaparecer en Lucía.

Quizá es solo otra forma de nombrar mi miedo a la enajenación —el rechazo hacia la palabra «locura», tan manoseada, lo siento físico—, utilizar un símil, oscurecerlo. No es que se me vaya la pinza, sino que «hay una presión en mí que empuja hacia fuera». O, más bien, es hacer todo el recorrido lógico cuando el atajo era obvio. Como si me costase ver que lo que me pasa a mí le pasa a todo el mundo. No sé.

Sea como sea, hoy he pensado andando por Gregorio Marañón que es posible que la presión no sea maligna. Hoy he querido comprender al malo de la película. Es posible que la presión se dé hacia fuera porque no puedo soportar tanta presión hacia dentro. Como un contorsionista enfrentado a sus propios huesos, el control sobre mí mismo no puede ser total. La presión sería la respuesta a la represión que yo mismo ejerzo. Sería la resistencia al opresor, que soy yo.

Solo buscándole el sentido a lo que siento como amenazante he conseguido calmarme. Ahora ya no existe el malo de la película. A no ser que uno mismo pueda ser el antagonista y el protagonista al mismo tiempo, lo cual hace que carezca de sentido preguntarse quién tiene la culpa.

miércoles, 10 de abril de 2013

Una visita de mi padre

Me imagino a mi padre bajo la lluvia, de noche, descargando pesados cajones de naranjas del pueblo, con la capucha del chubasquero puesta y gesto serio. Es necesario repartir estas naranjas. Es muy importante. Mi padre frunce el ceño, pero lo justo, porque él nunca ha sido muy teatrero. El miércoles pasado estuvo toda la tarde recogiendo esas naranjas del huerto de mi tío. Es fundamental repartirlas por Madrid con su coche, incluso a gente que no conoce de nada. Apenas puede respirar si sube dos pisos de escalones, pero aún así, poco a poco, descarga cajones repletos de naranjas. No se las va a llevar de vuelta. Él no lo sabe, pero se helaron. Y llueve. Por fuera están empapadas, por dentro están secas. Pero pesan igual. No ha probado ninguna. Solo llenó cajones y cajones. Hizo mucho frío el mes pasado. Lleva toda la tarde y ya es de noche. Quizá más.

viernes, 29 de marzo de 2013

La camiseta, de Ovidi Montllor


En Valencia, en el País Valencià, para segar el trigo… una hoz, etc.; usan una herramienta que se llama «corbella». Hasta aquí la explicación. Ahora hablemos de la canción. Una de las primeras canciones que hice y una de las últimas que he cantado.

La camiseta

Yo soy hijo de familia muy humilde.
Tan humilde que de una cortina vieja
una camiseta me hicieron: roja.
Desde entonces, por esta camiseta
no he podido caminar ya por la derecha.
He tenido que ir contra corriente
porque yo no sé qué pasa
que todo el que viene de cara
lleva la cabeza contra el suelo.
Desde entonces, por esta camiseta
no he podido salir a la calle,
ni trabajar mi oficio:
hacer de herrero.
He tenido que, en el campo, ganar jornales.
Así la gente ya no me veía…
Yo trabajaba con la corbella.
Y dentro de todos los males,
sé trabajar con dos cosas:
con el martillo y la corbella.
Casi no comprendo por qué la gente,
cuando me veía por la calle
me gritaba: ¡progresista!
Yo creo que todo eso era
promovido por su «despiste» (en castellano en original).
Quizá otro en mis circunstancias
ya hubiera cambiado de camiseta,
pero yo, que me encuentro muy bien con ella,
porque abriga le tengo cariño
y le pido que no se me haga vieja.

sábado, 23 de marzo de 2013

Ofegabous


«No es un reptil, sino un anfibio, es decir, puede moverse con la misma naturalidad en distintos ámbitos. Pese a ello, y también pese a carecer de depredadores naturales, su población en la Península Ibérica es más bien escasa. Se cree que es así solo porque este animal prefiere permanecer siempre en su hábitat óptimo, que en la península es reducido.

Al tratarse de un animal de población no numerosa y, además, discreto, su presencia puede pasar incluso desapercibida para los lugareños. Sin embargo, aunque nunca ha tenido un papel central en el folclore, siempre ha aparecido de un modo u otro en él, y siempre se le ha tratado con cariño. De hecho, la forma de nombrarlo suele ser simpática y hacer referencia a otros animales, más presentes: gallipato, ofegabous (ahogatoros), salamandrilla (sin ser verdaderamente una salamandra, aunque se le parezca y esté emparentada con ella).

Como curiosidad, habría que añadir su famoso y misterioso (no demostrado) mecanismo de defensa. Contra sus improbables enemigos, saca las propias costillas del interior del cuerpo, autolesionándose, enfocando sus puntiagudos extremos hacia fuera. No hay depredador que no se arrepienta de darle un mordisco. No es peligroso, pero sí duro de pelar


http://ofegabous.tumblr.com/

sábado, 5 de enero de 2013

Borderlands / La Frontera

El libro

Aunque parezca imposible, mediante una operación matemática incorrecta y casi por obra de magia, los opuestos se mezclan para engendrar una sola cosa, distinta, contradictoria, pero real. Esta es la conclusión a la que tuvo que llegar Gloria Anzaldúa para aceptarse a sí misma: mestiza, feminista y lesbiana. El relato de este feliz encuentro está en Borderlands / La Frontera, un libro que es, al mismo tiempo, autobiografía, ensayo y poesía, y que está escrito en spanglish, una mezcla de inglés y español.
La frontera

Anzaldúa nació en un espacio que ya implicaba una ruptura y una mezcla a la vez. La línea que separa USA de México en el mapa es en realidad una herida abierta, una frontera político-geográfica que limita dos mundos tan cercanos como antagónicos; pero también es un lugar con entidad propia, y que se extiende por un vasto territorio difuso:

«The convergence has created a shock culture, a border culture, a third country, a closed country» (33).

Un país no oficial en el que, si tienes la mala suerte de nacer, estás obligado a llevar contigo su estigma por siempre, estés del lado que estés. Sus habitantes son los atravesados, los chicanos, los otros.

Pese a este marco de contradicción necesaria, o quizá por él, la cultura chicana carga con un complejo de impureza que le lleva a menospreciarse a sí misma, y que se refuerza con una sensación de inferioridad frente a la estadounidense y de traición respecto a la de origen. Un buen ejemplo de esto son las tres madres que, según Anzaldúa, tiene la gente chicana:

Las tres madres chicanas

Nuestra Señora de Guadalupe, la madre virgen que nunca abandonó a los suyos.

La Chingada (Malinche), la madre violada que abandona a sus hijos.

La Llorona, la madre que busca eternamente a sus hijos perdidos.

Según Anzaldúa estas tres madres han sido subvertidas para hacer prevalecer la dicotomía virgen/puta y reforzar así la opresión institucional, convirtiendo a Nuestra Señora de Guadalupe en un ejemplo de constancia y docilidad, a La Chingada (Malinche) en la madre traidora que abraza al colonizador y hace al mestizo avergonzarse de sus orígenes indios y a La Llorona en una mezcla de las otras dos haciendo a los chicanos arrastrar su sufrimiento por los siglos de los siglos.

La lengua

Este menosprecio hacia lo propio que vive el chicano es fruto al mismo tiempo de la violencia que ejerce contra él la cultura dominante —la de los «anglos»— y la sensación que tienen de haber traicionado sus orígenes. Esta doble presión deja al chicano sin voz, y no solo por ser su cultura considerada inferior intelectual y moralmente, sino también por el hecho de no poseer una lengua propia o, mejor, apropiada. El spanglish, o tex-mex, es considerado un idioma impuro —como si hubiese alguno que no lo fuera— y, por tanto, rechazado e incluso tachado de incorrecto. Anzaldúa narra cómo estuvo evitando usar su propia lengua para que su discurso pudiera ser legítimo hasta que leyó por primera vez poesía escrita en spanglish:

«When I saw poetry written in Tex-Mex for the first time, a feeling of pure joy flashed through me. I felt like we really existed as a people» (82).

El enemigo

Pero la exclusión tiene grados y todavía se puede descender más en ella, pues incluso dentro de la cultura marginada existe el castigo al desviado:

«The Chicano, mexicano, and some Indian cultures have no tolerance for deviance» (40).

Las identidades queer son atacadas como por un acto reflejo por las sociedades heterosexuales movidas por el propio miedo de sus individuos a ser diferente —léase inferior—. Esto llega hasta tal punto que —como explican Norma Élia Cantú y Aída Hurtado en la introducción a la cuarta edición de Borderlands / La Frontera— las chicanas, al igual que otras mujeres de color, han sido obligadas a elegir entre luchar por la causa feminista o por la de sus comunidades étnicas y raciales (9).

De manera que Anzaldúa, para reconocer al enemigo, tiene que establecer una distancia doble incluso con su propia gente: primero por ser feminista y luego por ser lesbiana. El enemigo es la opresión, todas las opresiones que provienen de la «absolute despot duality»:

«Half and halfs are not suffering from a confusion of sexual identity, or even from a confusion of gender. What we are suffering from is an absolute despot duality that says we are able to be only one or the other» (41).

Pero este enemigo no solo habita entre los chicanos, sino que también está fuertemente instalado en la cultura de los «anglos»:

«In trying to become “objective”, Western culture made “objects” of things and people when it distanced itself from them, thereby losing “touch” with them. This dichotomy is the root of all violence» (59).

Anzaldúa sabe que para derrotar al enemigo primero hay que identificarle, nombrarle correctamente. Pero también sabe que con eso no basta.

Escribir es luchar

Hay que tener mucho cuidado, porque la lucha contra esta opresión no debe ser una mera respuesta, una defensa, ya que lo que Anzaldúa quiere es destruir o, mejor, diluir al enemigo, y no mejorar las condiciones en las que viven ella misma y los de su misma condición. Por eso es fundamental actuar y no reaccionar:

«All reaction is limited by, and dependent on, what it is reacting against (…). The possibilities are numerous once we decide to act and not react» (100-101).

Y la forma que ella encontró para actuar, es decir, la escritura, es una actitud creativa, es una forma de combatir tanto dentro de uno mismo como fuera. El mero hecho de que Anzaldúa escriba en su propia lengua, el spanglish, hace que la presencia de los chicanos tenga más fuerza, pero, al mismo tiempo, en el proceso de escritura es inevitable que las ambivalencias vayan desapareciendo para dejar paso a una sola cosa contradictoria, aunque consistente:

«Living in a state of psychic unrest, in a Borderland, is what makes poets write and artists create (…). Then out it comes. No more discomfort, no more ambivalence (…). To write, to be a writer, I have to trust and believe in myself as a speaker, as a voice for the images. I have to believe that I can communicate with images and words and that I can do it well. A lack of belief in my creative self is a lack of belief in my total self and vice versa—I cannot separate my writing from any part of my life. It is all one» (95).

Gloria Anzaldúa. Foto de K.Kendall

La nueva mestiza

En realidad, Borderlands / La Frontera es una propuesta de Anzaldúa para acabar de una vez por todas con la maldita dualidad despótica que nos gobierna. Por eso la protagonista de este libro es the new mestiza, una nueva conciencia, un nuevo sujeto fruto de la indecibilidad, de la transición perpetua entre una, dos o múltiples culturas que se cruzan. Consciente de que la rigidez significa muerte, la nueva mestiza encarna la tolerancia a las contradicciones, a las ambigüedades. No es un equilibrio entre dos fuerzas, sino una síntesis de dos o más.

«As a mestiza I have no country, my homeland cast me out; yet all countries are mine because I am every woman's sister or potential lover. (As a lesbian I have no race, my own people disclaim me; but I am all races because there is the queer of me in all races.) I am cultureless because, as a feminist, I challenge the collective cultural/religious male-delivered beliefs of Indo-Hispanic and Anglos; yet I am cultured because I am participating in the creation of yet another culture, a new story to explain the world and our participation in it, a new value system with images and symbols that connect us to each other and to the planet. Soy un amasamiento, I am an act of kneading, of uniting and joining that not only has produced both a creature of darkness and a creature of light, but also a creature that questions the definitions of light and dark and gives them new meanings» (102-103).

Este hallazgo fue muy importante para la vida personal de Anzaldúa, y puede ayudar a mucha gente que se encuentre en su misma situación, pero lo cierto es que va mucho más allá, pues es la Humanidad entera quien ahora mismo se halla inmersa en este choque de culturas.

«En unas pocas centurias, the future will belong to the mestiza (…). The answer to the problem between the white race and the colored, between the males and females, lies in healing the split that originates in the very fundation of our lives, our culture, our languages, our thoughts. A massive uprooting of dualistic thinking in the individual and collective consciousness is the beginning of a long struggle, but one that could, in our best hopes, bring us to the end or rape, of violence, of war» (102).

El concepto de nueva mestiza es más complejo de lo que yo puedo mostrar aquí, y lo que es mejor, la forma de escribir de Anzaldúa, con vocación lírica, hace que su texto sea mucho más sugerente. La capacidad de esta escritora de comunicar fácilmente muchas de las teorías más farragosas de ciertos filósofos franceses es maravillosa. De hecho, su posición marginal, y que intente encontrar una voz propia desde ella, hace que esta sea más legítima que la de ellos cuando hablan del oprimido o del «otro». Además, que el despliegue de su teoría coincida con una experiencia personal, con un viaje interior hacia sí misma, hace que la nueva mestiza tenga una verosimilitud rara en este tipo de propuestas teóricas antisistema.

Y yo no puedo hacer más que reseñar lo mejor posible este libro, porque también creo que generar discurso no es ninguna tontería, que hay que crear más que reaccionar y que alcanzar un futuro deseable pasa necesariamente por una larga lucha contra el pensamiento organizado en oposiciones binarias jerárquicas que, por desgracia, ha sido nuestra única forma de pensar el mundo hasta ahora.

Gloria Anzaldúa, Borderlands / La Frontera: The New Mestiza, San Francisco, Aunt Lute Books, 2012.
  
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Nota:
La edición que yo he manejado es la cuarta, que conmemora el vigésimo quinto aniversario de la primera. Ignoro si contiene mucho más material que las anteriores, pero esta está bastante completita. En las citas indico la página en donde se pueden encontrar. Que yo sepa no existe ninguna edición traducida al castellano —difícil traducir este texto, por otra parte—, pero la versión original puede encontrarse fácilmente en España a través de cualquier librero que tenga cierto interés en servir a sus clientes. Por suerte esta buena gente existe. Un ejemplo de ello es Traficantes de sueños, que incluso tienen el libro en su página web: