domingo, 16 de diciembre de 2012

Los anuncios no son inocentes

Hay quien piensa que la publicidad en general es inocente, que lo único que busca es hacerse eco y vender sus productos. Si obviamos el hecho de que un discurso cuya finalidad es disuadir nunca puede ser inocente, todavía queda hablar del mensaje ideológico, que es mucho más difícil de ver.

Lo cierto es que, esté en la intención de los publicistas o no, el discurso que genera su trabajo conlleva necesariamente una «visión del mundo», es decir, una interpretación de nuestro alrededor. Y no queda otra, porque para crear una ficción, por pequeña que sea, es necesario crearle un marco, un lugar en el que desarrollarse. Y toda visión del mundo incluye inevitablemente una perspectiva ética y política, es inseparable de una ideología concreta.

Cualquier obra de ficción, sea una novela o un anuncio, es responsable del mundo que representa, del mundo tácito, si queréis, que la envuelve. Y a mí esto no me parece inocente porque quien percibe la ficción puede adoptar completamente o en parte esta «visión del mundo» de la que estábamos hablando.

Para hacerme entender mejor cito un párrafo de Crítica y sabotaje, que es el libro que me ha inspirado esta entrada:

«Por “acción modelizadora” hay que entender la acción consistente en determinar sujetos (cuerpos, gestos, acciones, discursos, subjetividades) que se presentan, perciben y conciben el mundo y a sí mismos según modelos previamente codificados, esto es, ideológicos, cuya finalidad es la práctica de una política normativa y obligatoria, y cuya estrategia consiste en presentarse como “naturales”».
Manuel Asensi Pérez, Crítica y sabotaje, Barcelona, Anthropos, 2011, p.15.

Como explicaba más arriba, cualquier discurso cumple esta función modelizadora porque, en menor o mayor grado, contiene una ideología, una «opción de realidad», cualquier discurso conlleva su particular opinión sobre lo que es «normal». Y me atrevo a decir que en la «visión del mundo» que se sobreentiende en ciertos anuncios estriba el peligro que ellos tienen, pues nosotros pensamos el mundo a través de las interpretaciones que vamos encontrando de él a lo largo de nuestra vida: lo que nos dicen nuestros padres, lo que nos dicen nuestros profesores, los libros que leemos, la televisión que vemos y hasta lo que encontramos en nuestro muro de Facebook o el TL de Twitter. Es por eso que los anuncios no son inocentes. En realidad, ningún discurso lo es.

No considero necesario aquí, por obvio, profundizar en el hecho de que es muy difícil que un anuncio contenga un mensaje político a tu favor si no tienes una empresa que factura millones de euros. Teniendo esto claro, ¿cómo reaccionar? ¿Qué actitud tener ante el bombardeo de anuncios al que nos vemos sometidos en cualquier situación cotidiana?

Es posible reaccionar de forma pasiva. «Lo que hay que hacer es ignorar los anuncios» es quizá una de las ideas que más he oído y leído. Es como opinan los que creen que los culpables somos nosotros mismos, que no ponemos las suficientes barreras para impermeabilizarnos bien contra los «lavados de cerebro» que los poderosos —léase «el capital»— nos intentan inocular, que no somos los suficientemente críticos, etc. Quizá tengan razón, pero yo creo que los mensajes proyectados por los grandes medios de comunicación, de un modo u otro, nos acaban llegando gracias a su maniobra envolvente, y los que mejor lo hacen y durante más tiempo son los del poder, pues los mass media se venden al mejor postor, como es lógico. Podemos defendernos de ellos solo hasta cierto punto, porque queremos seguir viviendo en este mundo, y es aquí donde no es posible ignorar del todo los discursos de quienes están en el poder, por lo que su acción modelizadora actúa igualmente, a un nivel tan profundo que a veces cuesta detectar incluso en nosotros mismos.

Por lo tanto, si el discurso de los anuncios no es inocente, si nos va a llegar de todos modos y si no basta con una actitud crítica, pero pasiva, ¿cómo actuar? ¿Cómo podríamos combatirlo de forma activa nosotros, los que no poseemos los medios de producción y por consiguiente, tampoco los de comunicación?

Por un lado, ha quedado claro que a nivel pasivo (individual) es responsabilidad de cada uno lo expuesto que se está —o mucho o poco, pero nunca no expuesto— al discurso del poder. Por otro lado, a nivel activo (social) yo solo encuentro una forma de combatirlo: generar discurso crítico, es decir, un discurso a la contra.

Y esto puede hacerse de dos modos:

  1. Mediante un trabajo teórico: analizando los anuncios, delatando la «acción modelizadora» de sus discursos y explicando por qué resulta peligrosa.
  2. Mediante un trabajo estético: usando las mismas herramientas ficcionales, generando respuestas artísticas con una «acción modelizadora» contraria. El mejor ejemplo, en el caso concreto de los anuncios, son las parodias.

Ambos son críticos, pero ambos son también teóricos y, a la vez, estéticos. La diferencia que hay entre estos dos modos es solo de grado: los primeros le dan mayor importancia a la teoría y los segundos a la estética.

Yo me inclino claramente por las parodias, y no solo porque sean más divertidas o porque el formato de vídeo —en el caso de los anuncios televisivos— las haga más atractivas, sino fundamentalmente porque tienen la ventaja de usar la repercusión de los mass media a su favor. Digamos que son una forma muy eficaz de encriptación anticapitalista.

Responder a la propaganda del poder no ayuda a su difusión avivando su fuego, como algunos creen, sino que lo contrarresta, pues opone una visión del mundo a otra, creando así una posibilidad de elección de ideología en el público, incluso en aquel al que «no le interesa» la política.

La gran suerte que tuvo el señor Edward Bernays —cuya obra recomiendo a los que todavía penséis que la propaganda es inocente— es que no encontró en el enemigo alguien que pudiera generar un discurso a la contra con la suficiente gracia.


sábado, 3 de noviembre de 2012

Mi propia casa


Con el paso del tiempo, en vez de ir acostumbrándome a la presión, me siento más y más indefenso, porque fracasar todo el rato, intentando lo que intente, hace que ya no tenga ganas de volver a intentarlo. Sé por qué la presión aparece, pero no tengo ni idea de por dónde viene, y es ahí donde me vence. Así que el problema, como siempre digo, es espacial: la huida, la caída, la ascensión, la ida, la vuelta, salir, entrar, encontrarse…

Pero no, no es verdad que esté del todo indefenso. Me lo está diciendo el que avance mientras escribo. Es simplemente que llevo mucho tiempo sin hacerlo. Solo hay un modo para mí de emprender este viaje por el que canalizo la presión y que se supone que es imbloqueable. El camino al trabajo, poner la lavadora, el rutinario no poder pensar, etc. solo lo hacen borroso. Escribir me permite coger la presión con las dos manos y apoyarme en ella para ascender, para ser yo mismo. Porque no puedo ser otra cosa que mi control sobre mí.

Ya no estoy en el sitio desde el que empecé el párrafo anterior. De hecho, no estoy de acuerdo ni con el primero. El viaje es corto, pero radical, porque al llegar el lugar es siempre otro y mi relación con la presión cambia completamente.

Doy por perdida mi batalla porque mi objetivo era eliminar al enemigo, y eso es imposible para mí. Me resigno a convivir con la presión de un cierto modo. Como convive alguien con su cansino hermano siamés, pero teniéndolo entretenido fregando los platos.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Cosmópolis

 
La abstracción supone una renuncia de lo figurativo. La figuración supone una narración, un sentido. El capital ha perdido su capacidad figurativa, es decir, el dinero se multiplica y divide en nanosegundos, en zeptosegundos, en yoctosegundos. A los 28 años puedes ya alcanzar la cima del sueño americano, el expresionismo abstracto de Rothko y Pollock. Desde allí los tumultos apenas son un leve vaivén que no impide dar breves sorbos a un whisky de doce años, tus enemigos quieren suplantarte y la idea de justicia es una toalla vieja que envuelve la frustración por no ser tú. Las relaciones humanas también han perdido su capacidad figurativa. Da igual la historia que puedas contar, porque solo importa si eres o no capaz de predecir las fluctuaciones del yuan. Un tipo que busca su autodestrucción dentro de una limusina blindada es la esencia del neoliberalismo, el último estadio del capitalismo yanqui, y no será derrocado, sino que se autoinmolará por gusto y a la suya, aburrido de sí mismo.




lunes, 15 de octubre de 2012

Ni niño ni niña

Si estás a punto de ser madre o padre quizá te interese saber que uno de cada cien bebés vienen al mundo con una anomalía en la diferenciación sexual.

Esto lo digo porque también quizá te interese ser un padre o una madre responsable y quieras lo mejor para tu bebé, aunque el tiempo y la información que te den para encontrar ese «mejor» sean más bien escasos. Y más teniendo en cuenta que, en realidad, decidir si tu bebé es niño o niña puede llevar mucho tiempo. Incluso años. O toda la vida.
 
Las anomalías en la diferenciación sexual pueden ser de muchos tipos, aunque la mayoría de ellos suelen ser englobados en la categoría de «intersexuales». Ni hombre ni mujer. Ni niño ni niña.

Este problema no carece de importancia. Es más, se trata de un asunto grave. Si el sexo de una persona recién nacida es determinado de forma precipitada —en muchos casos siendo víctima de una irreversible, pero habitual cirugía de reasignación de sexo a muy temprana edad—, puede causar muchos problemas al adulto, que viviría un trauma que, especialmente en la adolescencia, le podría llevar incluso al suicidio.

 
Como bien dice la madre de Josie Romero, «prefiero una hija transexual que un hijo muerto». Y traigo aquí el caso de esta niña porque, aunque no parezcan la misma cosa, «existen corrientes médicas que explican la transexualidad como una intersexualidad entre el físico y la mente» (MARTÍNEZ, El eje del mal es heterosexual, p. 118).

¿Qué puedes hacer entonces? Informarte debidamente. En EE. UU. existe la Accord Alliance, una organización que ayuda a las personas y familias afectadas por trastornos de desarrollo sexual. Esta nació de la antigua Intersex Society of North America (ISNA), en cuya página todavía hoy se puede leer gratuitamente Handbook for Parents, un extenso manual en inglés para padres que quieren estar bien informados sobre estos temas.


Que yo sepa, no existe aún ninguna asociación parecida en España, pero sí abundante información en Internet en castellano. Te dejo algunos ejemplos como estos dos muy buenos artículos:
 
Intersexuales, en www.ambienteg.com


Avueltas con la intersexualidad en Héroe de Sillón

Un par de documentales tan duros como bonitos:
 

Mi aventura intersexual en La noche temática de La 2


La ciencia de los sexos en La noche temática de La 2

 

También puedes descargarte de forma gratuita y comprar El eje del mal es heterosexual. Figuraciones, movimientos y prácticas feministas queer en la página web de la editorial, Traficantes de Sueños. Y sí, he escrito «descargarte de forma gratuita y comprar», porque es posible llevar un proyecto editorial así, aunque te hayan dicho lo contrario.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Antisturbios

De un tiempo a esta parte tengo una fantasía que se repite cada cierto tiempo. Más concretamente me visita cuando veo en la calle o a través de una pantalla cómo un grupo de antidisturbios protegido hasta las cejas aporrea a gente sin armas ni defensa. La fantasía consiste en que entre el momento de subir y bajar las porras, los pies de los antidisturbios quedan cercenados sin explicación. Pies separados del cuerpo con un corte limpio que no ha venido de ningún filo. Simplemente ocurre, sin violencia, y mientras sus botas calzadas quedan en otro lado, inútiles, los antidisturbios caen al suelo como morcillas, salpicando un poquillo. 

Esta fantasía me proporciona placer y viene a mi mente sin que yo la convoque.

¿Es delito desear el mal ajeno?

viernes, 14 de septiembre de 2012

Va como va, Ovidi Montllor


Va como va 

A ti te cabrea mucho que yo te tenga manía.
Va como va.
A mí me cabrea mucho que vayas haciendo cría.
Va como va.
A ti te han dicho «precioso», a mí me han dicho: «tú calla».
Va como va.
Y yo no quiero callar mientras tú tienes las riendas.
Va como va.
A ti te han dibujado y yo rompo la pluma.
Va como va.
A mí me han hecho lleno de odio, a ti te han hecho de goma.
Va como va.
A ti te han dado la herencia, a mí me han dado la vida.
Va como va.
A mí me toca luchar, a ti tomar la medida.
Va como va.
Si yo no tengo para mí, si tú no tienes nunca suficiente.
Va como va.
Y eres tú quien recibes de mí, yo de ti cobro un sueldo.
Va como va.
Si yo ya me he cansado de ir viviendo diciendo 

¡eh! va como va,
piensa que sólo diré hasta que más no podré:
va como quiero, como queremos.

(La traducción es mía, así que perdonad los errores…) 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Deconstrucción contra los totalitarismos

La metafísica.

Para los que no estéis familiarizados con la deconstrucción, voy a realizar un pequeño resumen —y que Derrida me perdone—. Los que ya sabéis de qué va esto pasad al siguiente punto, que no quiero aburrir a nadie.

Lo que denuncia esta estrategia —mejor que «teoría», como se verá— es el modo en que la mente occidental comprende el mundo. Desde el principio de los tiempos —o, al menos, desde Sócrates— Occidente ha establecido la base de su pensamiento en una serie de oposiciones binarias jerarquizadas para poder estructurar y fijar cualquier realidad. Este conjunto de oposiciones suele recibir el nombre de metafísica, y en torno a ella se han cometido grandes barbaridades.

¿Qué significa «oposición binaria jerarquizada»? Bien, vayamos por partes. Dos términos opuestos como todo/nada o arriba/abajo son oposiciones binarias. Cuando usamos la palabra jerarquizada, queremos decir que a uno de los polos se le da más importancia que al otro.

Permitidme que ejemplifique de manera burda el funcionamiento de esta metafísica.

Si damos por sentado que el mundo se divide en bien o mal y las personas pueden ser hombres o mujeres, ¿cuál es la relación necesaria que se da entre estas posibilidades? Está claro: el hombre está del lado del bien y la mujer del contrario —es fundamental que os deis cuenta de que en una oposición siempre hay un término que sale ganando—. Si no os creéis esta asociación arbitraria, daos cuenta de que así viene reflejado en la mayoría de textos fundacionales del pensamiento occidental y, sobre todo, en el más importante de ellos: La Biblia.

Dadas las siguientes oposiciones: bien/mal – hombre/mujer; estas se relacionan tradicionalmente del siguiente modo: bien-hombre y mal-mujer.

Pero el problema es mucho más complejo. Si existe el día y existe la noche, ¿cuál de los dos guarda una equivalencia con el bien y, por ende, con el hombre? Ya sabéis, ¿no? El sol, la luz, la claridad, la verdad, etc. siempre caen del lado del hombre. Y así en todos los casos y hasta el infinito, creando una red que condiciona cualquier pensamiento y sistematiza el mundo.

Os suena absurdo, ¿verdad? Lo es. ¿Es que hemos fundamentado nuestra cultura en torno a relaciones arbitrarias? Para mí es evidente. Que salta a la vista, vamos.

Lo malo del caso es que nuestra mente, lo queramos o no, funciona con estas relaciones lógicas, aunque no necesariamente verdaderas. O sea, una cagada que no podemos dejar de repetir. Aunque…

Estrategia antitotalitaria.

Tuve la suerte de que Manuel Asensi, profesor de Teoría de la literatura en Valencia, me hiciera ver en su día que la deconstrucción, lejos de ser una teoría, es una estrategia, como afirmaba el mismo Derrida. Asensi nos lo explicó del siguiente modo: la práctica deconstructiva consiste en una estrategia sin finalidad y sin método que persigue un grado de indecidibilidad que ponga en cuestión las oposiciones binarias jerarquizadas. Esto la convertía —sin ser ello una característica esencial suya— en una máquina contra cualquier tipo de dogma, provenga de donde provenga.

A continuación os indico tres de las formas más simples de atacar estas oposiciones. Por seguir con el ejemplo anterior, partiré otra vez de la oposición hombre/mujer.

Cambiando el orden jerárquico:

hombre(+)/mujer(-) por mujer(+)/hombre(-); como hace el feminismo de la diferencia, ensalzando las virtudes del género femenino y denunciando los defectos del masculino.

Creando una equivalencia:

hombre = mujer; como hace el feminismo de la igualdad, situando ambos términos dentro de uno.

Creando estados intermedios:

hombre -(homosexual-bisexual-intersexual…)- mujer; como hace la teoría queer, debilitando la solidez de la oposición añadiendo algo en medio que participa a la vez de ambos términos.

Si esta estrategia se pone en marcha con la suficiente vehemencia, ¿cómo podría defenderse de ella la supuesta superioridad de una raza, sexo, religión o ideología? Cualquier totalitarismo se basa en un sistema de dogmas inquebrantables que inclinan la verdad hacia un lado de las oposiciones. Si atacamos ese sistema, empezamos a destruir el totalitarismo.

El indecidible.

Esta estrategia, por su naturaleza, solo puede usarse dentro de la esfera del discurso. Por eso en literatura es relativamente fácil encontrarla y, de hecho, el mismo Derrida acude a un ejemplo literario para explicarla en un capítulo del volumen tercero del Tableau de la littétature française que se llama, precisamente, Mallarmé.

«Cualquier texto de Mallarmé está organizado de modo que en sus puntos más fuertes el sentido permanezca indecidible; a partir de ahí. el significante no se deja penetrar, perdura, resiste, existe y se hace notar. El trabajo de la escritura ha dejado de ser un éter transparente. Apela a nuestra memoria, nos obliga, al no poder rebasarlo con un simple gesto en dirección de lo que “quiere decir”, a quedarnos bruscamente paralizados ante él o a trabajar con él. (…) Sucede con mucha frecuencia que Mallarmé coloca el nombre or tras el adjetivo posesivo son (son or). Pero son or (su oro) suena igual que sonore (sonoro), con lo que nos hace dudar entre la forma del adjetivo calificativo y las del nombre precedido del adjetivo posesivo; y, aún más, nos hace dudar del valor de son (su) y son (sonido) adjetivo posesivo y substantivo: son or (su oro, el suyo), le son or (el sonido oro, sonido color oro, que tal es el color fundamental de la música y de las puestas de sol para Mallarmé), el son or (la vacuidad del significante fónico o gráfico “or”)».
«Mallarmé» en Tableau de la littétature française, vol, III, París, Gallimard. 1974, pp. 368-379. Traducción al español de Francisco Torres Monreal en «Antología», Anthropos, Revista de documentación Científica de la Cultura (Barcelona), Suplementos, 13 (1989), pp. 59-69. Yo lo he sacado de la edición digital de Derrida en castellano.

Otro ejemplo literario que podría venirnos bien y que nos queda más a mano —por lo menos a mí, que tengo el libro en mi estantería— es un terceto de Quevedo, de su soneto A Apolo persiguiendo a Dafne:

«Volvióse en bolsa Júpiter severo;
levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero.»

Con estos versos Quevedo no deja claras las razones por las que levanta «las faldas la doncella». Ahora me diréis que soy un ingenuo, que es evidente por qué lo hace. Pero donde yo quiero ir es un poco más lejos. El poeta está diciendo dos cosas a la vez:

  1. Que la doncella no despreciaba el dinero (porque lo recoge con sus faldas).
  2. Que la doncella se prestaba al sexo (porque levanta sus faldas).

El primer nivel es el explícito y el segundo es el implícito, donde vive la ironía. Lo que me parece más importante es el hecho de que no importe cuál de los dos niveles es más importante, sino que los dos son relevantes porque la gracia está en que existan al mismo tiempo.

Por si alguien todavía no lo tiene claro, usaré el Cubo de Necker como último recurso:

Nadie puede saber cuál de las líneas que se cruzan está en frente y cuál detrás. Esto es así porque este cubo es ambiguo, ya que puede interpretarse de dos maneras distintas.

Pero lo que me interesa de este ejemplo no es su ambigüedad, sino la imposibilidad de decidir que ella genera, porque a la pregunta «¿cuál de las dos interpretaciones posibles es la verdadera?» no hay respuesta. Sencillamente eso. No hay respuesta.

Si conseguimos convertir cualquier dogma en un Cubo de Necker, imposibilitamos el totalitarismo.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Control

Estoy en la ducha frotándome la polla con la esponja cuando de repente escucho a mis vecinas orientales conversar a gritos al otro lado del patio. Me la agarro y digo en voz alta —mis compañeras de piso no están— «¿qué pasa, putillas vietnamitas?».
Inmediatamente me doy cuenta de que ni siquiera estoy cachondo y que quizá no debería de haber dicho eso. Pronto me arrepiento mucho de haberlo dicho.
¿De dónde habrá venido esa frase? ¿Por qué la he pronunciado yo? Lo cierto es que me ha salido de dentro. Lo he dicho sin pensar y sintiéndolo. De hecho, ha venido directa de mi interior, no como mi arrepentimiento, que ha nacido a posteriori. Así es que, sea como sea, aunque me dé vergüenza, yo soy una persona que se la agarra y dice «¿qué pasa, putillas vietnamitas?».
Mientras me enjuago tengo una inevitable conversación imaginaria con Lucía.
—¿Qué harías tú si fueses dos personas? —le pregunto.
—Las personas tienen que ser naturales, decir lo que piensan y comportarse como se sientan —me responde la Lucía que tengo en mi cabeza.
—Sí, ya, pero ¿y si lo que soy en realidad no me gusta?
—Entonces, si te niegas a ti mismo, estás viviendo una mentira. Y eres falso con los demás.
—Pero ¿no hace eso todo el mundo? ¿La gente no se muerde la lengua por no insultar? ¿No se humillan todos por dinero?
—Sí, pero hasta cierto punto. La verdad siempre acaba saliendo a la luz.
—Entonces, ¿qué hago? ¿Qué se supone que tengo que hacer si cada vez que me paro a pensar descubro en mí una incoherencia más?
—No te preocupes tanto por el control.
—En ese caso me quedaría solo.
—Entonces es porque lo mereces.

jueves, 9 de agosto de 2012

2013


«Lo mejor de estar en paro, además de poder pasarte todo el día en pijama, es la cantidad de tiempo libre del que dispones para dedicar a perversas ensoñaciones y posibles planes maléficos de dominación mundial. Me requetencanta inventarme historias de mundos paralelos en los que llevo a cabo mi cruel venganza contra la sociedad de consumo, pequeñas fábulas tipo what if... Cayo Lara fuera presidente? Acojona, ¿eh?».

Así empieza 2013, la primera novela —por etiquetarla de algún modo— de Lucía Muñoz Molina, también conocida como Filósofa Frívola. Y, para que os hagáis una idea del resto, a partir de este párrafo se desarrolla la ¿trama? sin que pierda ni un poquito de frescura, de ritmo o elocuencia hasta la página 80 —que es la última, claro—. Del texto podría decirse que es una utopía —ya puestos a etiquetar, de perdidos al río—. Al menos, lo que mola de las utopías es que te hablan del mundo en el que vives de forma indirecta, y este texto lo hace.


El libro

De todos modos, en el caso de que 2013 sea ciertamente una utopía literaria, se trataría de la más efímera que he conocido. Lo cual la hace doblemente atractiva porque supone un posible dos por uno, en el caso de que se la lea antes de la nochevieja de este año. A partir de allí, 2013 tendrá una nueva vida, pero, evidentemente, todavía no sabemos cuál. Desde mi punto de vista, en el peor de los casos terminará siendo una ucronía. Pero eso ya es demasiado personal. Cada uno con sus gustos.

Sea como sea, lo que está claro es que, para mí, «lo mejor de estar en paro» es que escritoras como la cervantino-dantesca Lucía Muñoz pueden dedicar su tiempo a escribir. Sí, habéis leído «cervantino-dantesca». Esto también es una opinión muy personal, pero voy a intentar defenderla.

Escribo «cervantina» por la aparente improvisación que recorre el texto, como si los personajes y los escenarios estuvieran siendo creados al mismo tiempo que se leen; por los juegos con el marco narrativo, que te llevan de un lado a otro y hacen imposible la sensación de anquilosamiento; y por los personajes que aparecen y desaparecen, como cierto asno.

Y escribo «dantesca» porque, del mismo modo que el repipi trecentino de la literatura metió en el cielo o en el infierno a amigos y enemigos, respectivamente, como le dio la gana, algo parecido hace Lucía; pero ¿quién puede reprochárselo si, al fin y al cabo, 2013 es una de sus personales «perversas ensoñaciones
», uno de sus «posibles planes maléficos»?

Filósofa Frívola dantesca

Una vez dicho esto, hay que hacer honor a la verdad, y la verdad es que el libro está muy bien, pero lo que más mola de 2013 es la autora. Si has llegado aquí por ella —lo más probable—, que sepas que su libro no te va a defraudar porque no puede ser más de su puño y letra. Dos de las características que posee el texto son las que mejor la definen: la ambigüedad y el desparpajo. Ella diría que no, que lo que es es graciosa y punto. Posiblemente tenga razón, pero aquí volvemos a entrar en el terreno de la opinión personal.

Ya tener una personalidad reconocible en Internet hace que por fuerza tengas algo parecido a una doble identidad, pero si a esto le añades la peluca rubia de Filósofa Frívola, es inevitable un cierto halo de misterio. Aunque lo que más confunde a la gente es, sin duda, su magistral uso de la ironía. Si quieres saber de lo que te hablo, pásate por su Twitter. Pero no leas un solo tuit, léete unos pocos, y hazlo siempre alerta por los posibles dobles sentidos y la ambigüedad, no vaya a ser que tú también acabes siendo uno de los confundidos.  



La autora

Ya sea Filósofa Frívola, @luzhilda, o Lucía Muñoz Molina, siempre se expresa con desparpajo y con una libertad que para muchos es indigerible, pero para otros es valiosa por escasa. Yo —no sé si a estas alturas es necesario decirlo— soy más de los de la segunda opinión.

Porque sí, lo admitiré sin tapujos y sin miedo a que se considere este comentario un micromachismo más: Lucía me pone —como a ella le pone, supongo, Roberto Monzón Carrascosa, ¡perdón!, quería decir Alberto Garzón Espinosa—. Pero bueno, que nadie se mueva a engaño porque estoy comprometido —y, además, muy probablemente esto lo esté leyendo mi novia, ¡hola guapi!—. Y digo que no tengo miedo a que se me tache de machista por esta afirmación porque Lucía me pone más allá del sexo, incluso del género. De manera que a nadie debería extrañarle que este final parezca más el de una carta de amor que el de una reseña.

lunes, 9 de julio de 2012

Una lucecita pálida (y moralmente reprobable)

Cuando era pequeñito en el día de mi santo mis padres me llevaban a una librería y me decían: «elige». No hay ningún recuerdo de mi infancia que me guste más.
 

Me acuerdo muy bien de que un año, después de mi investigación, quedaron dos libros finalistas y se los mostré a mis padres. En una mano tenía Frankenstein de Mary Shelley y en la otra El bosque animado de Wenceslao Fernández Florez.
 

—Yo creo que es más para tu edad el del bosque, ¿no? —me dijo mi madre.
 

En realidad se equivocaba, pero de buena fe. Pese a todo, leí El bosque animado y lo disfruté mucho. Incluso cuando se reía de los comunistas sin yo saberlo. Siendo un poco más mayor se lo dejé a un amigo y nunca me lo devolvió. Aquel chico no tenía ni idea de lo que ese libro significaba para mí.
 

El otro día lo compré por dos euros en una librería de viejo y lo primero que hice fue releer un relato que se llama Una lucecita pálida y que recuerdo perfectamente haber leído de pequeño en el chalet de mis abuelos en Xilxes. Fue en la habitación que compartíamos mi hermano, mi padre, mi madre y yo, pero estaba solo por alguna razón que no recuerdo. Mi abuelo nunca nos dejaba encender la luz por tacañería. Ni cuando hacía falta. Así que tuve que leer moviendo el libro para que las palabras entrasen en un pequeño rayo de la luz amarilla que venía de la farola de la calle. Esto no evitó que aquel relato me marcara profundamente. Desde ese día quise ser como el personaje principal, es decir, un gusano bueno y sacrificado que recorre el mundo en busca de la razón por la que es tan y tan feo, mientras ayuda a todo aquel que se encuentra.

Ahora, después de la relectura, no puedo estar más cabreado con Wenceslao Fernández Flórez. Para que os hagáis una idea de por qué, aquí viene el fragmento que me ha movido a escribir este post:

«Por aquel entonces [el gusano feo y bueno] se enamoró de otra luciérnaga. Durante algún tiempo pensó en desistir de sus ansias de perfección y crear una honrada familia en cualquier frondosa mata de la selva, pero le conmovió el dolor de un rival. Otro gusano que amaba a la misma luciérnaga quiso olvidar en la muerte su fracaso. El vermes peregrino lo contuvo.
—Sé bueno con ella —dijo—. Yo seré el que se vaya.
—¿Cómo podré pagarte este favor? —le preguntó el rival.
—Poned mi nombre a vuestro primer hijo.
—Así se hará —ofreció el gusano con tan profunda emoción, que se olvidó de preguntarle cómo se llamaba.
Aquel sacrificio fue muy doloroso para el peregrino y aun le pareció que la herida causada por el renunciamiento en su corazón no se curaría nunca; pero se fortaleció pensando que había procurado la ajena felicidad».

Y yo ahora me cabreo y hago las preguntas que no fui capaz de hacer de pequeño: ¿y la luciérnaga? ¿No tiene nada que decir? ¿No importa su elección? ¿Por qué es más importante procurar la felicidad ajena en el gusano que en la luciérnaga? ¿Acaso ella no está también sacrificando su amor? ¿Es que su sacrificio vale menos?


Maldita moral de pacotilla. Hoy sé que debí haber escogido Frankenstein.

sábado, 7 de julio de 2012

El cielo de La Vall d'Uixó

Uno necesita ver primero todas las demás diferencias entre Madrid y La Vall d'Uixó para percatarse de la mayor, aunque sea la más evidente. A mí, por ejemplo, me ha costado seis años darme cuenta de que en Madrid la cantidad de cielo es prácticamente despreciable, mientras que en La Vall d'Uixó la bóveda celeste parece decirle a todas tus ganas: «¿para qué?, ¿es que no te das cuenta de que nunca llegas, de que nunca acabo?»; como si la distancia que hay entre ella y la tierra fuese infinita, pero sintiésemos al mismo tiempo su enormidad a la hora de apagar la alarma de las siete de la mañana, como una cansina losa que pesa a distancia, como si despertaras súbitamente en el asiento de atrás de un coche regresando de una boda y, antes de reconocerte, te dieses cuenta de que hay un segundo entre la montaña Pipa y Peñalba, de que hay un pedazo de azul entre la aurora y el primer rayo de sol en el que se puede ver el cielo de nuevo por primera vez; como si el coche entrase en una curva y el mundo se moviese a cámara lenta a través de la ventana, y tú fuera de él y, justo antes de acordarte de que también eres un cuerpo, comprendieses que no puede haber otra verdad que la ausencia total de sentido —y que eso te lo diga el cielo y que no sea malo, solo un pelotazo, una angustia más profunda que la hondura de ningún cuerpo, y que no servir para nada no sea perjudicial, y punto—; después reconocerte y reconocer que no habrías pensado algo así si el cielo de La Vall d'Uixó no te hubiese pillado desprevenido, luego volver a casa, cepillarte los dientes, saludar a tu padre que acaba de levantarse y va en calzoncillos, quitarte el traje que apesta a tabaco y dejarlo en una percha del armario, echarte en la cama en calzoncillos, dormir profundamente.

viernes, 29 de junio de 2012

«Por ejemplo», de Antonio Paolacci

26 de junio de 2012

Me llevará poco tiempo contaros un episodio ocurrido recientemente, que encuentro muy interesante para quienes no tienen todavía bien clara la situación de la industria editorial italiana [y española].

Brevísima introducción: no hace mucho tiempo, una persona que trabajaba en una cadena de librerías me confesó que, a veces, de cara al cliente que busca algunos libros no presentes en la tienda, los dependientes tienen la orden de responder que esos libros son ilocalizables, o bien que no es posible ni siquiera pedirlos, aunque en realidad lo sea.

¿El motivo? Llamémosle política empresarial: parece de hecho que la frase «no lo tenemos, pero podemos pedirlo» empuja a muchos lectores a intentarlo en otras librerías, en lugar de hacer un pedido en la que se encuentran. Diciendo en cambio que el libro no se puede encontrar en ninguna parte, el lector se resigna y quizá compra otro libro.

Hace pocos días, una persona buscaba Madreferro de Laura Liberale en una cadena de librerías du su ciudad. Como no lo encuentra expuesto, pregunta a la dependienta, la cual le comunica que el libro no está disponible.

Ayer, informado de esto, cojo el teléfono.

Sin decir quién soy, le pregunto a la librera en cuestión si es posible conseguir dicho título a través de ellos. La mujer me dice que no y que tampoco puedo pedirlo.

Le pregunto por qué.

Me responde que ellos no trabajan con el distribuidor de esa casa editorial.

Le rebato: «¿Me está diciendo que no tienen ningún libro de Pde [distribuidora italiana]? ¿Entonces no tienen minimum fax [editorial italiana que publica, entre otros, a Charles Bukowski]?»

Claro que tenemos minimum fax, me responde. Después me pregunta, textualmente: «Usted no es un cliente, ¿verdad?».

Le digo quién soy [Antonio Paolacci es editor de Perdisa Pop, una editorial distribuida por Pde].

La tía murmura algo, me dice: «Ah, sí, Perdisa, seguro que tenemos vuestros libros… De hecho veo ahora el título a la venta en internet (¡sic!) y deberíamos tenerlo también nosotros, sí. Mire, me deja hacer un chequeo y le devuelvo la llamada, ¿de acuerdo?».

Dos horas después me llama. Dice que el libro está disponible, por supuesto. Dice que no sabe qué ha pasado. Dice que dentro de un par de días lo tendrán.

La situación actual de la industria editorial italiana [y española] es esta. Así los escritores pierden lectores, así los lectores no encuentran lo que buscan. Inútil decir que la disponibilidad de los libros publicados por editoriales independientes no depende ni de su calidad, ni del trabajo de la casa editorial. Estamos aplastados por estrategias como estas, mezquinas y culpables.




Publicado originalmente aquí por Antonio Paolacci:
 Per esempio.
Traducción al castellano hecha por mí (perdonadme los errores, porfi).
Las negritas son mías.

viernes, 22 de junio de 2012

El Metro de Madrid y las abejas

Las medidas adoptadas y sus razones.
 
El metro es un problema para Madrid, y esto es evidente porque aparece constantemente en los titulares de los periódicos. Nadie sabe muy bien cuál es el futuro de este transporte público que cada mes sufre un cambio que parece ir dirigiéndolo hacia cualquier otra cosa excepto una mejora del servicio. 

Lo último que hemos sabido es la convocatoria de huelga para los días 27 y 29 de los trabajadores del metro [finalmente desconvocada] debida a las rebajas salariales por tramos que prepara el Gobierno regional y que afectarán a los 180.000 empleados.
-->Pero hace bien poco también se hizo pública la decisión de adelantar el cierre del metro entre semana, y todavía quedan ecos de aquel tarifazo anunciado en abril y que ha inspirado numerosas protestas y hasta dos «sabotajes».



Pero ¿cuáles son las razones que justifican estas medidas que se están adoptando? Cualquiera puede responder diciendo que es la «crisis», así en general, pero el Gobierno regional ha ido excusándose con más o menos vehemencia.

Con respecto de la subida en las tarifas, la misma web del Metro de Madrid nos dice que es debida al aumento del 16,85 % del precio del gasoil y del 7,4% del de la luz, y con respecto del cierre a medianoche, leemos en El País:

«El consejero de Transportes madrileño, Pablo Cavero, ha informado esta mañana de la intención del Gobierno regional de cerrar Metro de Madrid una hora y media antes los días laborales para reducir el déficit operativo de la empresa pública, que alcanza los 800 millones de euros —tiene unos ingresos anuales de 400 millones y unos gastos de 1.200—. La medida afectaría a unos 24.000 viajeros diarios, según estimaciones oficiales de la Consejería, lo que supone cerca del 1% de los 2,2 millones de viajeros diarios del suburbano. Las madrugadas del sábado y del domingo, la cifra se dobla hasta los 50.000, según fuentes del sector».

Y yo creo que aquí está el quid de la cuestión. El Gobierno regional habla de «reducir el déficit». Esto hace que me lleve las manos a la cabeza. No sabéis hasta qué punto tengo miedo de que esta sea la verdadera razón de un empeoramiento del servicio. ¿Por qué? Porque el metro es un agente primordial para el crecimiento económico de la ciudad, y me temo que los políticos encargados de nuestro bienestar padecen de la típica miopía capitalista. Me explico. Pero primero tendré que hablar de las abejas.

La metáfora de la polinización.

La abeja y el economista, de Yann Moulier Boutang, llegó a mis manos por correo, y desde que abrí el paquete blanco en el que venía, estoy disfrutando su lectura como creía que nunca lo haría con un libro de economía. Es un texto muy rico, pero su corazón es lo que nos interesa ahora.
 

Desde que leí La fábula de la abeja y el economista que contiene, no paro de darle vueltas, y relaciono casi cualquier cosa con ella —por eso no es extraño que ahora esté haciéndolo con el Metro de Madrid—. Lo que viene a decir es lo siguiente:

«El valor económico de las abejas no reside principalmente en la miel y la cera que “producen” con sus diminutas manos, sino en la polinización que permite la supervivencia de la biosfera del planeta. El valor de esta última no tiene precio directo».
La abeja y el economista, Traficantes de sueños, Madrid, 2012 (p. 33).

Este es el punto de partida desde el que, comparando a las abejas con los obreros, Boutang da comienzo a una teoría del capitalismo a la que os recomiendo que echéis un vistazo, porque merece la pena. Yo me quedaré aquí, porque este es el punto desde el que parte la reflexión que quiero hacer ahora. Mi intención es comparar a las abejas con los habitantes de Madrid y, más concretamente, con los usuarios de su metro, que son casi cinco millones.


Desde un punto de vista económico, el transporte público es un factor importantísimo para toda la Comunidad de Madrid, pues todos los desplazamientos que en él se dan permiten una red de relaciones comerciales y laborales enorme. Como todo el mundo sabe —aunque a a veces parece ser ignorado por conveniencia— quien compra un billete de metro no lo hace por gusto, sino porque lo necesita, ya sea para ir al trabajo, de compras, para ir al cine, a un concierto… Del mismo modo en que las abejas contribuyen indirectamente a la polinización de las flores, haciendo posible las semillas y los frutos, el metro permite que sus usuarios contribuyan a que la economía de Madrid no se hunda.

En resumen, lo que planteo es lo siguiente: la importancia de la recaudación del metro es muy inferior a la de los beneficios indirectos que su servicio produce. Para mí es así de sencillo. Cualquier medida que haga más difícil de llevar a cabo o peor la experiencia del transporte público en Madrid va en contra del beneficio colectivo.

Si al Gobierno regional no le salen las cuentas, participar en el hundimiento de la economía de la comunidad no me parece la mejor forma de cuadrarlas. Cuando se calcula el «déficit operativo de la empresa pública» hay muchas cosas que no se tienen en cuenta, son ingentes las externalidades positivas ignoradas, y no se puede ser más miope.


—MOULIER BOUTANG, Yann (2010), L'abeille et l'economiste, Carnets Nord, París. Trad. esp. La abeja y el economista, Traficantes de sueños, Madrid, 2012.

domingo, 10 de junio de 2012

Seguir viviendo

No me vale cualquier viaje y ya he estado negociando esto durante mucho tiempo. Quiero volver a conectar con lo que hay no detrás, sino más allá de las fachadas de Avenida de América. Quiero estar atento a las formas para que me puedan decir lo que les dé la gana. Es el momento de poner de nuevo el viaje por encima de la vida, porque lo que realmente quiero es seguir viviendo.

jueves, 24 de mayo de 2012

Sobren cadires / Sobran sillas




Traducción al castellano


En Cataluña, una
de cada 5 personas estamos en riesgo de quedar fuera de juego.
Sin casa, sin trabajo, sin comida.

El 'Maratón por la Pobreza' [de TV3] propone hacer frente a esta lacra con caridad.
Pero no faltan sillas, sobra cinismo.

La pobreza tiene responsables. Si recaudásemos dinero de la evasión fiscal de los más ricos obtendríamos 9000 veces los Ingresos generales recaudados en una maratón de TV3. Así que sobran capitalistas y sobra la violencia que les ampara.

No faltan sillas.

La pobreza es intrínseca al capitalismo y a su acumulación. La caridad quizá limpia las conciencias de unos pocos. Pero no ayuda, humilla. Esta falsa solidaridad tan solo perpetua las desigualdades.

El 27 de mayo, nosotros no Jugaremos a su juego.
Caridad o solidaridad, conciencia y lucha. eliges.


#sobrencadires [#sobransillas]

Un trabajo colectivo de:

Eudald Griera, Pau Llonch, Júlia Valencia, Guillem Celada,
Raquel Farràs, Gina Martín, Brahim ait Elhaj, Rosa Bernaus,
Albert Rosell, Josep Colom, Moi Martínez, David Mateos, Núria Roqué i Lucas Martín

Equipo de vídeo: Pau Martí, David Datzira i Emma Giné
Música: Iol Cases i Arecio Smith

Sabadell, 19 de maig de 2012

lunes, 7 de mayo de 2012

El rostro de La Vall d'Uixó

Los lugares, como las personas, tienen rostro. Y esto es lo que ve la ciudad de la que procedo cuando se mira al espejo:

Este es el rostro de La Vall d'Uixó.

jueves, 16 de febrero de 2012

El Principito (en francés)

Os presento una pobre criatura que estuvo a punto de acabar en el contendor de reciclaje de papel que hay enfrente de mi trabajo:


Mi primer libro restaurado :)

miércoles, 15 de febrero de 2012

Poner fin al terrorismo financiero

Lo que sigue es un fragmento de Hay alternativas, de Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa. (Es un libro que os podéis descargar gratuitamente aquí, pero que yo me compré ya hace un tiempo en Traficantes de Sueños no tanto por demostrar que el copyleft no va a matar la cultura —porque es obvio que no— sino más bien porque prefiero un libro en papel para leer). Las negritas son mías.






Casi todas las crisis financieras que se han producido en los
últimos cuarenta años han estado ligadas, o han terminado por
estarlo, con ataques de fondos financieros contra intereses
nacionales, contra monedas o contra la deuda soberana de los
países.

Eso es justamente lo que está ocurriendo hoy día en Europa,
porque se ha dejado, como ha ocurrido antes en otros lugares
del mundo, que grandes bancos y fondos financieros, mediante
rumores que ellos mismos extienden o con la complicidad
criminal de las agencias de calificación, generen las condiciones
que les permiten ganar más dinero especulando contra la
deuda de los Estados.

De esa manera la encarecen artificialmente y además utilizan
para ello los recursos que deberían usar para financiar a
empresas y consumidores, y así provocan un verdadero caos
económico de terribles consecuencias, sobre todo para la
población, a quien luego los propios especuladores impone las
políticas que les convienen para seguir ganando dinero sin
cesar.

Es preciso evitar esta forma de terrorismo o de "crímenes
económicos contra la humanidad". Existen fórmulas para ello y
sabemos, además, que han funcionado en otras épocas. E incluso
organismos tan apegados a los poderes financieros como el
Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial han tenido
que reconocer, aunque haya sido con la boca pequeña, que
estarían justificadas y que si se adoptaran en momentos de gravedad
evitarían daños muy graves, como los que viene sufriendo
la economía desde hace tiempo. Entre ellas, las que nos parecen
más importantes y urgentes son las siguientes:

1. Control de los movimientos de capital para evitar que su

volatilidad desmedida cuando sólo persiguen fines especulativos
se traslade al conjunto de la financiación y de la economía.

2. Establecimiento de impuestos y tasas internacionales, por
supuesto sobre los movimientos especulativos para desincentivarlos
y obtener financiación urgente para financiar el desarrollo,
pero también sobre el conjunto de las actividades económicas
puesto que si la economía es global debe serlo también la
justicia fiscal.

3. Prohibición del uso como instrumento especulativo de los

llamados derivados de incumplimiento crediticio o credit default
swaps (CDS), que con toda razón fueron calificados por el
financiero Warren Buffet como "armas financieras de destrucción
masiva". Se trata de unos productos financieros muy sofisticados
que se asimilan a los seguros pero que en realidad no lo
son porque se establecen sobre algo que no es propiedad del
asegurado y por eso producen resultados catastróficos: si por
ejemplo alguien va a cobrar mediante este seguro en caso de
que arda la casa del vecino, no sólo no le va a importar que arda
sino que incluso puede interesarle hacer lo posible para que se
incendie cuanto antes.

4. Control de la actuación de los financieros que a su vez

controlan los mercados de derivados (que supone unos 700
billones de dólares) y los hedge funds. Algo que no es difícil si
se tiene en cuenta que el 80 por ciento de estos últimos está
radicado en la City de Londres y que el mercado de los primeros
está controlado, según The New York Times, por una élite
que se reúne el tercer miércoles de cada mes en algún lugar del
Midtown de Manhattan que, aunque sea secreto, no debe resultar
muy difícil para las autoridades dar con él.

5. La separación de la banca comercial, es decir, la que se

dedica a financiar la actividad económica, de la que se dedica a
llevar a cabo inversiones financieras y, como veremos, poner fin
al privilegio que tiene la banca privada de crear dinero y, por
tanto, de obtener beneficio y poder cada vez que concede un
préstamo.