domingo, 7 de septiembre de 2014

Errores en la edición de Minotauro de “La mano izquierda de la oscuridad”

Este post nace del cabreo que he cogido leyendo La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin. Y no es por la novela en sí, sino porque la edición tiene tantos problemas que no sé quién tiene la culpa de que no haya disfrutado con ella.

Si alguien a quien le interese la sociología, la antropología o la ciencia ficción en general está pensando en leerla, le recomiendo que acuda a cualquier otra edición que no sea esta de la que os voy a hablar ahora mismo, es decir, la publicada por Minotauro, con traducción de Francisco Abelenda (Francisco Porrúa), en 2008 para la Colección Booket. La portada es esta:


Simplemente enumeraré los errores más destacables que he visto, para poner sobre aviso a quien quiera acercarse a ella. 

jueves, 4 de septiembre de 2014

Tu sueño

Abuelo.
Tu abuelo te explica lo difícil que lo ha tenido para comprarse un Cristo. Los hay de muchas maneras, dice. Te enseña uno que está hecho con pequeños cráneos de metal y su corazón es la pepita de una fruta no comestible.
Quieres salir de su habitación, pero te cierra el paso, así que tienes que usar la otra puerta, con mucho cuidado de no hacerle ver que estás huyendo de él.

Prima.
Tu padre está sentado en la cama de tu prima. Ella lleva un pijama infantil y está semincorporada sobre las sábanas. Tiene unos doce años. Él le acaricia una pierna, la deja hablar, es muy suave. Tú rompes el rollo que había en la habitación. Tu padre ha aumentado la distancia con tu prima al darse cuenta de que has entrado, pero solo un poco. Ella se alegra de verte.
Si quieres salir de esta habitación sin volver a ver a tu abuelo, es necesario saltar por la ventana.

Jardín.
Aquí hay plantas y banquitos. Tu prima te ha seguido, pero ahora va vestida de calle y con unos taconazos. Se ha maquillado mucho, y eso hace que parezca mayor. Se dirige a la entrada del edificio. Tú te das cuenta de que andar por allí te hace daño porque vas descalzo. Si sigues a tu prima llegas a la entrada de la casa.

Entrada.
Tu prima, vestida de gala con unos tacones superaltos, camina muy por delante de ti, con firmeza, pisando fuerte.
Hay coches que entran y que salen, músicos de orquesta sinfónica hablando entre ellos y paseándose. En las escaleras de piedra que llevan a la puerta está el Papa sentado, y dice cuando pasas:
—Las dos academias son una mierda. Las dos. No se salva ninguna.

Recibidor.
Hay mucho barullo y grandes personalidades. La señora Merkel conversa con músicos en frac. Alguien está hablando con tu prima, y le dice:
—Esto es un desastre. Si no fuera por ti, la pobrecita Merkel lo habría pasado fatal.
La única forma de escapar es subiendo unas escaleras que hay al fondo del recibidor.