viernes, 11 de enero de 2019

Un trozo de tela

Dime, por favor, que se trata de un trozo de tela. Porque su color es negro, y tiene reflejos azules, como era el pelo de ella. Solo un trozo de tela y nada más. ¿Qué otra cosa podría ser? ¿Acaso es lógico pensar que algo inerte puede convertirse en una cosa con vida? Mi madre lo decía: de tan negro que tiene el pelo, sus reflejos son azules. Pero confieso que nunca entendí esa relación tan estrecha entre esos dos colores. ¿Por qué el azul con el negro y no el verde o el rojo? Y ahora eso de ahí —que espero nunca pase de ser el pedazo de una camiseta vieja— aparece debajo del mueble del comedor, como si hubiera estado allí desde siempre. Y hoy que mis padres ya no están aquí, hoy que estamos solos, no tengo nadie a quien preguntar excepto tú. Pero mi pregunta es capciosa, porque solo puedes darme una respuesta. Y es justo la que quiero oír. Porque tú no sabes nada de ella y ella no puede salir de tus labios.