sábado, 25 de octubre de 2014

Ancillary Justice

La historia que contiene Ancillary Justice es atractiva ya desde la base, porque la primera persona que la narra fue en su día una nave espacial llamada Justice of Toren, pero ahora no es más que una soldado que parece humana. El hecho que hace esto posible es el mismo que justifica el título de la novela: en el Imperio Radchaai las transportadoras de tropas pueden compartir conciencia con miles de «auxiliares» (ancillaries), prisioneras de guerra a quienes se les ha vaciado la mente para convertirlas en soldados. ¿Por qué la colosal nave espacial Justice of Toren ya no es más que una sola de sus unidades auxiliares? Si queréis saberlo ahí tenéis la novela, donde Ann Leckie lo cuenta todo muy bien. Yo no quiero espoilearos demasiado aquí. Esto es solo una reseña.


Para empezar es inevitable comparar el universo que aparece en este libro con el que creó Ursula K. Le Guin para su ciclo del Ekumen. De las dos partes en que se puede dividir la novela —dos momentos distintos de la historia que se van alternando en los capítulos—, una se parece tanto a La mano izquierda de la oscuridad que es imposible no pensar en un homenaje o en un diálogo intencionado con ella. Varios puntos en los que se acercan son: la historia de amistad entre dos seres de distinta naturaleza, la piel oscura de los personajes, la semejanza de algunos nombres (Genly Ai/Denz Ay y Estraven/Seivarden), la ausencia de un amor romántico central en la trama —¡gracias, Ann Leckie!—, el viaje cruzando un mundo helado, el interés por la antropología y, sobre todo, su forma de tratar el género. No es que Leckie haya usado el recurso del hermafroditismo secuencial de Le Guin, ni mucho menos, pero sí ahonda en la problemática del binarismo de género.

Ya el planteamiento de la novela permite abordar este tema, porque el personaje principal no es macho, ni hembra, sino una inteligencia artificial (IA). Pero la autora ha querido llevar su juego al extremo y hace que el idioma de la narraradora, el radchaai, no distinga entre géneros, es decir, que todos los personajes que aparecen en el texto son marcados con el femenino como neutro, al contrario de lo que ocurre en La mano izquierda de la oscuridad, donde esta función la hace el masculino. Apenas hay en el texto ni «he», ni «his», ni «him». Esto, lejos de ser una mera curiosidad lingüística, tiene implicaciones culturales obvias: en este mundo ficcional la comunidad que domina el universo no distingue entre géneros ni en su lenguaje ni en su vida pública. Plantear esto en una novela de ciencia-ficción está necesariamente ligado a una actitud política. De hecho, la misma Leckie nos lo hace saber en su blog:

«I’ll start with an assertion: There is no such thing as apolitical fiction. No such thing as “just a good story” without a political message

(«Empezaré con una afirmación: no hay tal cosa como ficción apolítica. No hay tal cosa como “solo una buena historia” sin un mensaje político». Todas las traducciones de este post son mías: ¡lo siento!)

Ann Leckie

Lo que quiero decir es que Ancillary Justice es una novela feminista. Digo esto porque pienso que su elección de género femenino como neutro no es gratuita. Y lo que esta elección representa no es poca cosa. En cuanto a experiencia de lectura, a una le invade una sensación de extrañeza sorprendente. Extrañeza porque una no está acostumbrada a leer novelas de ciencia-ficción en donde el pronombre que brille por su ausencia sea «he» y no «she». Al principio hasta te obliga a leer hacia atrás a ver si te has perdido algo, pero después, cuando ya estás acostumbrada, es posible que te lleve un rato entender por qué dice que el personaje es una «daughter» si en realidad es un «son». Y digo que es sorprendente, al menos en mi caso, claro, porque no te esperas esta sensación de extrañeza. No esperas que no te resulte natural. A mi juicio la mayor gracia de la elección de pronombres de Leckie es que hace a la lectora plantearse cosas. ¿Por qué me choca que todos los personajes sean marcados por defecto como femeninos? ¿Qué ocurriría si lo fuesen de verdad? ¿Existe alguna novela de ciencia-ficción cuyos personajes sean en su mayoría mujeres? ¿Por qué al revés es tan normal? ¿Por qué lo veo yo como normal?

También es cierto que para cualquier persona interesada en literatura no binaria, Ancillary Justice es todavía imperfecta. Alex Dally MacFarlane lo explica muy bien en su reseña sobre el libro (en inglés).

Otro punto que hace de esta novela algo especial es el hecho de que la narradora sea una IA. Esto hace posibles frases como «she said after five seconds of silence» («ella dijo después de cinco segundos de silencio» p. 158) o «an atypically enclosed space 43,5 meters high, 65,7 meters long, and 29,9 meters wide» («un espacio cerrado atípicamente de 43,5 metros de altura, 65,7 metros de largo y 29,9 metros de ancho» p. 13). Y, relacionado con esto, que la narradora comparta conciencia con otros cuerpos le permite enfocar un hecho desde distintos lugares al mismo tiempo —y la autora sabe sacarle partido a esto—, al igual que representar de forma muy clara algo que es fundamental en la novela: las fisuras en un yo unitario.

Hay otra cosa que se agradece en Ancillary Justice y es que no pase por alto conceptos como la lucha de clases. Obviamente no usa este término, pero hay en su universo ficcional una intención de retratar a oprimidos versus opresores y, lo que es todavía mejor, de no negar a los primeros la capacidad de emanciparse.

Para ser honesta con esta reseña, voy también a señalar lo que no me ha gustado. Diría que el único problema que he tenido con el texto es su «estilo yanqui». Lejos de ser poca cosa, engloba una serie de problemas que quizá para otras no lo sean, pero que a mí me molestan bastante. Para explicar qué entiendo yo por estilo yanqui, enumeraré algunas de las características del estilo de Ancillary Justice: es pobre en vocabulario, efectista, lacónico, tiene giros argumentales en lugares estratégicos —al final del capítulo, por ejemplo—, peripecias in extremis —pero una IA las hace verosímiles, claro—, algunos tenientes inocentes —cosa que para mí es un oxímoron— y ese afán permanente de la novela por ser entretenida, además del final, claro, que es muy yanqui. Tranquilas, del final solo diré eso: es muy yanqui. De hecho, yo hubiera suprimido el último capítulo o lo hubiera dejado para el inicio de la segunda parte. Pero de todos estos defectos, el que peor he llevado es el de la pobreza de vocabulario. El caso más llamativo está en la página 264, donde la palabra slightly aparece tres veces en un párrafo de cinco líneas. No es excusa que la narradora sea una IA, porque en otros lugares se muestra muy sensible con ciertos refinamientos, sobre todo la música, de la que es una gran amante.

Al margen de posibles manías como las mías, y de gustos muy específicos, Ancillary Justice es, en resumen, una lectura más que recomendable para toda apasionada de la ciencia-ficción —y todavía más para quienes prefieran las space operas— que ya estén cansadas de leer siempre lo mismo.

LECKIE, Ann. Ancillary Justice. Londres: Orbit, 2013. ISBN 978-0-356-50240-3

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