Llevaré a cabo, pues, el mayor ejercicio de imaginación. Digamos que no estoy a punto de morir. Digamos que no moriré, pongamos por caso, hasta el año que viene, y que lo que veo y lo que oigo por ahora no se grabará en mí como si mi carne fuese la del aguacate. ¿Si cocinase en casa, si estuviese quitando la roña del teclado del ordenador, no creería también olerte a ti sin venir a cuento? Estoy convencido de que tu habitación seguiría entre mi mente y el mundo del mismo modo. ¿Así podría acaso elegir lo que olvido? Además, no cabe duda de que, si mi vida no hubiese llegado ya a su final, también estaría ahora preguntándome por todo aquello que es mejor que tú. Estaría escribiendo esto.
¡¡Lo que escribe este chico!!
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