lunes, 9 de julio de 2012

Una lucecita pálida (y moralmente reprobable)

Cuando era pequeñito en el día de mi santo mis padres me llevaban a una librería y me decían: «elige». No hay ningún recuerdo de mi infancia que me guste más.
 

Me acuerdo muy bien de que un año, después de mi investigación, quedaron dos libros finalistas y se los mostré a mis padres. En una mano tenía Frankenstein de Mary Shelley y en la otra El bosque animado de Wenceslao Fernández Florez.
 

—Yo creo que es más para tu edad el del bosque, ¿no? —me dijo mi madre.
 

En realidad se equivocaba, pero de buena fe. Pese a todo, leí El bosque animado y lo disfruté mucho. Incluso cuando se reía de los comunistas sin yo saberlo. Siendo un poco más mayor se lo dejé a un amigo y nunca me lo devolvió. Aquel chico no tenía ni idea de lo que ese libro significaba para mí.
 

El otro día lo compré por dos euros en una librería de viejo y lo primero que hice fue releer un relato que se llama Una lucecita pálida y que recuerdo perfectamente haber leído de pequeño en el chalet de mis abuelos en Xilxes. Fue en la habitación que compartíamos mi hermano, mi padre, mi madre y yo, pero estaba solo por alguna razón que no recuerdo. Mi abuelo nunca nos dejaba encender la luz por tacañería. Ni cuando hacía falta. Así que tuve que leer moviendo el libro para que las palabras entrasen en un pequeño rayo de la luz amarilla que venía de la farola de la calle. Esto no evitó que aquel relato me marcara profundamente. Desde ese día quise ser como el personaje principal, es decir, un gusano bueno y sacrificado que recorre el mundo en busca de la razón por la que es tan y tan feo, mientras ayuda a todo aquel que se encuentra.

Ahora, después de la relectura, no puedo estar más cabreado con Wenceslao Fernández Flórez. Para que os hagáis una idea de por qué, aquí viene el fragmento que me ha movido a escribir este post:

«Por aquel entonces [el gusano feo y bueno] se enamoró de otra luciérnaga. Durante algún tiempo pensó en desistir de sus ansias de perfección y crear una honrada familia en cualquier frondosa mata de la selva, pero le conmovió el dolor de un rival. Otro gusano que amaba a la misma luciérnaga quiso olvidar en la muerte su fracaso. El vermes peregrino lo contuvo.
—Sé bueno con ella —dijo—. Yo seré el que se vaya.
—¿Cómo podré pagarte este favor? —le preguntó el rival.
—Poned mi nombre a vuestro primer hijo.
—Así se hará —ofreció el gusano con tan profunda emoción, que se olvidó de preguntarle cómo se llamaba.
Aquel sacrificio fue muy doloroso para el peregrino y aun le pareció que la herida causada por el renunciamiento en su corazón no se curaría nunca; pero se fortaleció pensando que había procurado la ajena felicidad».

Y yo ahora me cabreo y hago las preguntas que no fui capaz de hacer de pequeño: ¿y la luciérnaga? ¿No tiene nada que decir? ¿No importa su elección? ¿Por qué es más importante procurar la felicidad ajena en el gusano que en la luciérnaga? ¿Acaso ella no está también sacrificando su amor? ¿Es que su sacrificio vale menos?


Maldita moral de pacotilla. Hoy sé que debí haber escogido Frankenstein.

3 comentarios:

  1. He disfrutado este texto a muchos niveles. Muchas gracias por escribirlo.
    No he leído El bosque animado. Puede que algún día lo haga. Frankenstein también recuerdo perfectamente cuándo lo compré. En un (EL) quiosco de la Pobla de Farnals. En un mismo fascículo iba la novela Philadelphia. La verdad es que me da vergüenza decir que no lo he acabado nunca, porque soy la pena cuando tengo que leer algo "largo". Creo que cuando acabe con lo que estoy leyendo (termine o decida dar esquinazo), puede que vuelva con Mary Shelley. Sabiendo quién fue la escritora, la curiosidad es aún mayor.
    Por cierto, te recomiendo la peli Remando al viento de Gonzalo Suárez. Tiene que ver con Shelley pero más con Byron y Percy Shelley "el anarquista"... y con Frankenstein. No sé, a mí me gustó mucho.
    Y sigue escribiendo siempre que puedas y quieras.

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  2. Jajajajaajajaja, te amooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.

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  3. Jolín, gracias a las dos por pasaros por aquí :)

    Armadilla, haz lo que quieras, pero yo tiraría más por Shelley que por Fernández Flórez. Luego nunca se sabe, pero un principio…

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