Desde hace unos años me
cuesta escribir ficción si siento que lo que escribo no contribuye a
cambiar el mundo, y es por eso que me pregunto constantemente cómo
puedo contribuir yo a cambiar el mundo escribiendo ficción. Está
claro para mí que un texto ficcional verdaderamente revolucionario
debe incidir en el sujeto oprimido de manera que le incite a alcanzar su emancipación.
Pero ¿cómo se consigue esto?
En el siguiente post intentaré responder a esta pregunta
lo mejor posible.
La intención aquí es la de
enumerar una serie de características que me parecen fundamentales a
este respecto. En la medida en la que un texto cumpla alguna de ellas
tendrá al menos un grado de subversión, mientras que si las cumple
todas será, sin duda, un texto impecable, al menos a nivel
revolucionario.
La separación que hago
entre unas características y otras en la mayoría de los casos no es
real, pero la he forzado aquí para explicarme mejor. También he
resumido lo máximo posible para que todo quepa en un solo post.
1. Contenido
Este es el único punto que
normalmente es usado para determinar si un texto es o no
revolucionario. No voy a negar su importancia, porque la tiene, pero
es importante también aclarar que no es el único.
Para determinar qué
contenido puede ser subversivo en una obra de ficción no es
necesario preguntarse si debe incluir personajes de clases bajas,
contar historias que critiquen el sistema hegemónico, buscar
simplemente la verdad…
Yo creo que es más sencillo
que todo esto. Pienso que una ficción que pretenda ser
revolucionaria debe simplemente reflejar un mundo en el que los
oprimidos sean capaces de emanciparse, debe inyectar en el
imaginario colectivo la posibilidad del alzamiento. Y existen muchas
formas de hacerlo y muchos ejemplos que van desde el mainstream
(Braveheart) al underground (El
Eternauta).
Todo texto ficcional
conlleva un modelo de mundo, incluso
la publicidad, así que los escritores tienen una responsabilidad
política de preguntarse si su producción tiene como referente
un universo en el que el sistema dominante se presenta como único e
imbatible, o todo lo contrario.