domingo, 22 de agosto de 2010

¿Por qué? Sí, ¿por qué?

He hecho un acto de valentía y coraje: apalizar a los importantes y salir ileso; pero… ¿Por qué me siento mal? Me lo pregunto y sé exactamente por qué. Ha sido todo como en las películas, bueno… todo no, y eso es lo que me preocupa. Justo el final, el final feliz de las películas el cual odio tanto ha sucedido en realidad y justo yo he creado ese fin. Los malos por el suelo, muertos o casi muertos y el vencedor, el bueno, se levanta ensangrentado pero con el pelo bien hecho; ojos azules, pelo rubio, alto y de una musculatura y belleza sorprendentes. Las chicas, todas bien formadas, se abalanzan sobre él sin que les importe que sus ropas nuevas se manchen de sangre y que su apestoso hedor a sudor les atasque la nariz. Ese no era yo, desde luego, pero la impresión principal de ese final feliz la podías sentir cuando volvíamos con el balón —que nos habían literalmente «robado»— en las manos, sudando, pero no ensangrentado; y el chulo de la clase con la boca abierta maldiciendo a viva voz.
Las chicas no se nos echaron encima, ni siquiera me fijé en ellas, pero sé que se lo pasaban bien, pues las oí reír cuando hablaban con doña Mª Jesús y ella dijo:
—Son idiotas.
Sólo eso bastó para que todos se burlasen a carcajadas de los chulos, los importantes, en dos palabras: los malos.
Éramos los chicos de la película, Carlos y yo, éramos nosotros, después de aplastar, patear, saltar, correr y pegar rodillazos aún me quedé con ganas, como Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger en casi todos sus filmes de acción.
No tuvimos ese día otro enfrentamiento. Se acabaron al pensar que Carlos les podía reventar el cráneo a cada uno de ellos casi sin esfuerzo y en un abrir y cerrar de ojos y que si alguno se le escapaba… yo era bueno y ágil golpeando.
Escrito entre 1995 y 1996

2 comentarios:

  1. Guapísimo este texto.
    Me pirran las historias de patio de colegio. Todo se da en ellos sin trascender al patio. Es como un teatrillo de lo que pasa fuera, igualmente cruel e injusto, pero mucho más limitado.
    Es importante volver la vista al patio desde el futuro.
    A ver si te llamo prontito, berlinés. :)

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  2. Pues sí, guapita, mirar desde el futuro tiene su gracia. Es chulo ver como ridículo aquello que te pareció el mundo entero. Como si todos los "mundos enteros" fueran inevitablemente ridículos tarde o temprano.
    Siempre un placer conversar contigo, nómada del desierto ;)

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