domingo, 14 de marzo de 2010

En marcha

IDA

Ando pegado para que me rocen, miro a la cara para que me golpeen. Doy los pasos contra el hielo y son patadas. No vine del doble rasero de los monederos de abuela. Porque es así, porque quiero y punto. Vengo ni de lo que sí ni de lo que seguro. Porque me redá la gana, voy. Desde lo que hay no detrás, sino más allá de las fachadas de avenida de América. Porque ya lo llevo bien dos veces y el triple de me tenéis harto.

VUELTA

El sol está allí arriba todavía y descubro complacido que cada cosa mide en realidad dos centímetros más de lo que creía. ¿Por qué, entonces, no va a haber alguien que esté subiendo a los toboganes por donde se baja de ellos, alguien que no pueda evitar ser conmovido por el olor que sujetan los libros? Entrecierro los ojos para que todo este cielo entre en ellos despacito, porque el placer nos pilla por sorpresa y hace lentos los pasos, como cualquier chica guapa.

2 comentarios:

  1. Voy a apuntarme esto en mi libreta para poder leerlo en caso de emergencia...

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  2. Míralo: cómo viene y va el personajillo este. Es bueno que casi siempre se pueda volver, aunque no apetezca mucho, ¿no?
    Parece que vive cerca de tu casa, según dice. ¡A ver si algún día os cruzáis por la calle! ;)
    Me encanta este texto.

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