domingo, 7 de marzo de 2010

Primer paso: la casa de mis padres

Algunas veces sueño con móviles a los que nunca se les acaba la batería. Mundos en los que los cables no existen y a nadie les han hecho falta jamás. Estos sueños vienen normalmente precedidos por pesadillas en las que sólo ocurre que las orejas de mi padre -a veces no es más que una- se me aparecen cerca de los ojos y yo les veo los pelos y se los arranco uno a uno con unas pinzas de metal. Algunos son blancos y otros están hechos de luz, o son gusanos muy muy finos que se retuercen al ser arrancados. Pero pase lo que pase la pregunta es siempre la misma: ¿de dónde viene la presión? Tengo tiempo de formularla, pero apenas de pensar en ello. A veces confundo esto con el hecho de que la muerte -que no se cansa de estar siempre ocurriendo- me reste razones para ser amable con la gente que duerme abrazada a los radiadores -cosa nada extraña si se vive en esta puta casa-. Pero después poco importa la presión que soñé. Una inercia en la cabeza que no es dolor. Quiere desplazar algo. Escribir es una forma de canalizar esta presión que no sé de dónde viene. Las necesidades me cabrean. Tengo también pesadillas con los enchufes eléctricos. No puedo alejarme mucho de ellos, como si la cabeza me fuera a explotar si me separo más de diez pasos de alguno. Y debo hacer mil cosas, pero no puedo. Mi espacio es tan reducido que mis amigas no me pueden llamar al móvil aunque sean las diez de la noche y estén borrachas y hayan pensado en mí. Que vaya a Palma con un armario, me dicen. Yo soy hija única y no sabes lo que significa para mí compartir un armario. Es súper importante. Pero al fin y al cabo todo esto no es tan grave. Puedo soñar también que habito un mundo en el que a los móviles nunca se les acaba la batería. Y eso está bien y me hace olvidar la pregunta sólo porque la presión desaparece y, después de todo, ¿puede haber preguntas si no hay presión?

2 comentarios:

  1. No sabes lo contenta que me pone ver que tienes un blog, aunque haya sido una consecuencia de "haberme hecho caso". En realidad solo quería sacar partido. Jeje.
    Lo de que no se te acabe la batería de los teléfonos es tu pesadilla. Pero lo de que se te acabe en cero coma es la mía. Hay que ver qué poco aguante tienen. Aunque yo, si fuera teléfona tuya, haría lo mismo fijo fijo.
    Tu espacio no parece tan reducido ni tan pequeñito cuando se te visita, Curro. De hecho, una puede sentirse tan bien como Homer Simpson cuando se tumba en la hamaca de su jardín. Y no puedo imaginarme nada mejor ahora mismo.
    Yo comparto la idea de que el interrogante viene siempre empujado por algo que, como mínimo, te inquieta.
    Y ahora mismo me pregunto cuándo podré leer tu próximo textito, Currín!!

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  2. Tu espacio... tu espacio es liviano, siempre, Curro, y hermoso llevarlo dentro, puedes llamarlo pequeño, puedes jugar con él todo lo que puedas(quieras), pero quiero que sepas que al resto nos llena cuanto nos ofrezcas de él, y nos da hambre.

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